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APUNTES PARA CURSOS DE FILOSOFÍA 1/4

Asignaturas sistemáticas e históricas

»El plan de la obra completa incluye veinticinco volúmenes«

Título: Holograma filosófico

por Roberto García González

Dr. de Filosofía alemana por la Universität Innsbruck

 

Los temas centrales de la filosofía sistemática son el hombre, el mundo y Dios. Estos tres temas han enfrentado a lo largo de la historia una cuádruple problemática, expresada en las siguientes tensiones polares que en algún momento parecieron antagónicas, y después resultaron complementarias: 1) lo uno y lo múltiple, 2) la fe y la razón, 3) los sentidos y la razón, 4) la teoría y la praxis. Los tres temas y los cuatro problemas antedichos pueden articular los diversos contenidos sistemáticos e históricos de la filosofía en mi obra ahora en preparación titulada Holograma filosófico, que aparecerá en veinticinco volúmenes. A continuación se expongo su plan y puedes descargarlo esquematizado mediante el siguiente link:

 

 

1. Lo uno y lo múltiple

 

El problema filosófico de lo uno y lo múltiple es una cuestión explícitamente cosmológica, pero la solución a dicho problema tiene implicaciones metafísicas, antropológicas y teológicas medulares. Por ejemplo, la opción monista, dualista o pluralista repercute en consideraciones antropológicas que afectan la unidad integral y originaria del ser humano; un ejemplo de ello es la unilaterialidad espiritualista y después materialista que ha ido predominando en diversos momentos de la historia y de la vida de las personas. Hoy los espiritualismos ‘light’ se han fundido sincréticamente con los materialismos más economicistas y con los pluralismos obsesivamente esquizofrénicos. Ante este problema la filosofía todavía tiene una misión pendiente desde nuestro contexto formativo de los futuros pastores. Lo uno y lo múltiple también repercute antropológicamente en la consideración adecuada de la relación entre individuo y sociedad, y entre persona y comunidad.

 

Por otra parte, las consecuencias teológicas son relevantes a la hora de reflexionar filosóficamente sobre la unidad de Dios y sus demás atributos esenciales, y también sobre sus repercusiones teológico-cristianas relacionadas con el Dios trino y uno, con la unión personal de las dos substancias cristológicas, con la unidad y la pluralidad en la Iglesia, e incluso con el diálogo ecuménico y con el diálogo intraeclesial en los diversos grupos de pastoral. Por lo tanto, el correcto planteamiento filosófico del problema de lo uno y lo múltiple es medular en la formación intelectual de los seminaristas de la diócesis de Zamora.

 

La pregunta cosmológica acerca de lo uno y lo múltiple puede formularse así: ¿Cuál es o cuáles son los principios explicativos de la naturaleza? Las respuestas filosóficas han sido diversas y se pueden clasificar en tres tipos: monistas, pluralistas y duales.

 

En la línea del monismo se encuentran los siguientes filósofos de la Antigüedad: Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Pitágoras, Jenófanes, Parménides, Zenón, Sócrates, Plotino y Proclo. En cambio, en la línea opuesta del pluralismo pueden ubicarse abiertamente los siguientes: Heráclito, Empédocles, Anaxágoras, Demócrito, Protágoras, Gorgias, Epicuro y los estoicos entre otros.

 

La propuesta más acertada procede de aquellos pensadores que recurrieron a principios duales, a saber: Platón, Aristóteles y Filón. Platón contrapone un mundo de las ideas, como auténticamente real, a un mundo de las cosas que según él son simples sombras. Aristóteles distingue los co-principios materia y forma como principios constitutivos del ente. Y Filón opone la materia del mundo, como principio explicativo del mal, a la trascendencia absoluta de Dios. Estas tres propuestas influyeron en la Patrística y en el Medioevo de manera significativa, especialmente en dos tradiciones paradigmáticas: la platónico-neoplatonizante y la aristotélica.

 

La primera va desde los Padres –especialmente representados por Agustín y el Corpus areopagiticum–, pasa por Escoto Eriúgena, Anselmo y los victorinos, y es representada eminentemente por Buenaventura en la alta Escolástica. La tradición aristotélica, en cambio, con tintes marcadamente platonizantes es trasmitida por Boecio en el occidente latino, por Juan Damasceno en el oriente griego, por Avicena y Averroes al Medioevo, aparece exageradamente platonizada en la Escuela de Chartres, y subjetivizada en Abelardo, y gracias a Alberto Magno desemboca decantada en Tomás, aunque con matices agustinianos y platonizantes. He ahí una síntesis armónica entre ambas tradiciones filosóficas.

 

La síntesis tomasiana responde a la pregunta cosmológica que nos ocupa, en los siguientes términos: los principios explicativos de la naturaleza son tres, a saber, materia, forma y privación; sin embargo, la privación es un principio de indeterminación, por eso se asimila a la materia. Por eso, en conclusión se puede hablar de una dualidad de coprincipios explicativos. Esta propuesta ha sido reinterpretada por la neoescolástica de acuerdo con la mentalidad contemporánea.

 

En la baja Escolástica tardía se empiezan a romper las amarras entre filosofía y ciencia, especialmente con Ockham. La ruptura se hace manifiesta en el Renacimiento e irreversible en la Modernidad. Ya con Copérnico y Kepler el mundo geométrico se estudia científicamente desde la sola óptica material. Descartes lo reduce a res extensa, los racionalistas niegan la interacción de sustancias y los empiristas reducen al mundo a un carnaval de fenómenos y percepciones, hasta el punto de negar la causalidad con Hume.

 

En contrapartida, Kant reduce el mundo cognoscible a fenómenos, y los otros tres idealistas –Fichte, Scheling y Hegel– explican la naturaleza con principios monistas puramente ideales. Galileo y Newton mecanizan el mundo geométrico de Copérnico y Kepler. Así permanece hasta antes de Einstein y Planck, quienes explican el mundo con dos principios científicos –a saber, peso y masa–, aunque sobre un fondo pluralista químico. Einstein y Planck heredan al pensamiento contemporáneo el reto de buscar un modelo explicativo que unifique coherentemente el macro y el microuniverso. Este reto lo ha asumido Hawking al buscar una teoría del todo.

 

Tras la anterior retrospectiva se alcanzan a distinguir hoy tres propuestas que asumen la herencia del problema filosófico de lo uno y lo múltiple. Las dos primeras son netamente filosóficas y explícitamente con hondas raíces metafísicas. La otra es de origen científico, aunque con implicaciones filosóficas. Las tres propuestas son las siguientes:

 

1) La Filosofía Trascendental desarrollada por los filósofos de la Escuela de Innsbruck han propuesto un cambio de terminología que sea más afín a la mentalidad contemporánea. Así pues, «materialidad» o posibilidad, y «formalidad» o actualización, son los dos co-principios constitutivos de la esencia (essentia o quidditas). Por su parte, la esencia especifica el ser (esse) del ente (ens), en el cual se distinguen esse et essentia con una diferencia real metafísica. En consecuencia, la cuestión cosmológica desemboca así en una metafísica explícita que requiere una fundamentación metódica y sistemática. El límite principal de esta propuesta consiste en que le falta asumir críticamente los aportes más significativos de la Física de las últimas décadas.

 

2) La analogía, como clave hermenéutica para conciliar la unidad de la semejanza con la pluralidad de las diferencias, busca la unidad analógica en la pluralidad.  El autor que más se ha destacado en esta línea es Mauricio Beuchot, cuya propuesta se ha orientado más a la solución del conflicto entre Modernidad y postmodernidad, es decir entre identidad sistemática y diferencias fragmentarias. Con la clave hermenéutica de la analogía reinterpreta los principios filosóficos tradicionales, especialmente los tomasianos, y los concilia armónicamente con la herencia semiótico-pragmática y la filosofía analítica, dialógica y procedimental. El límite principal del pensamiento de Beuchot consiste en su aplicación específica a algunos de los tratados sistemáticos de la filosofía. He ahí el reto y la tarea magisterial para la enseñanza en el Seminario.

 

3) La propuesta científica de Hawking acerca de la teoría del todo conlleva implicaciones relevantes de carácter cosmológico, metafísico y teo-filosófico. Al unificar la relatividad de Einstein y la teoría cuántica de Planck, Hawking llega a estos dos principios explicativos del universo: la materia y la antimateria. Al respecto, resulta sugerente que por las vías de la física teórica contemporánea se llegue a principios tan cercanos al hilemorfismo clásico y que se deje abierta la posibilidad para la intervención de un Dios creador. El límite más notorio de esta propuesta consiste en que sus implicaciones filosóficas no están suficientemente explícitas. He ahí el reto y la tarea del maestro de filosofía en el Seminario de Zamora.

 

Queda claro, en este primer problema sobre lo uno y lo múltiple, que la formación filosófica del Seminario tiene alternativas que son complementarias. Estrecharlas a un autor, a una corriente o a una sola tradición filosófica resultaría miope, unidimensional y empobrecedor.

 

Como primicia descarga los apuntes del curso de Cosmología, Metafísica e Historia de la Filosofía con ayuda de los siguientes links:

 

 

 

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