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APUNTES PARA CURSOS DE FILOSOFÍA 2/4

Asignaturas sistemáticas e históricas

»El plan de la obra completa incluye veinticinco volúmenes«

Título: Holograma filosófico

por Roberto García González

Dr. de Filosofía alemana por la Universität Innsbruck

 

2. La fe y la razón     

 

El problema de la relación entre fe y razón es una tarea filosófico-teológica explícitamente relacionada con el segundo tema central que nos ocupa: la cuestión acerca de Dios. Su planteamiento repercute de modo significativo en la comprensión filosófica del hombre y del mundo, tanto especulativa como vivencialmente. En el nuevo contexto histórico, en el que los ateísmos parecen teóricamente débiles y se habla de una revancha de Dios implícita en el retorno de lo religioso, las personas de nuestro tiempo parecen «politeas», e incluso idólatras o al menos fanáticas, apoteóticas, supersticiosas e instrumentalizadoras de la religión. Pareciera que muchos son incapaces de entrar en una relación íntima y comprometida con un único Dios personal. En este nuevo contexto es necesario volver a plantear el problema de la relación entre fe y razón, que en el fondo es el problema de la relación entre hombre y Dios.

 

En la historia del pensamiento filosófico se han bifurcado dos líneas de pensamiento que llamaremos filosofía incluyente de la fe y la razón o «filosofía del ‘et’», y filosofía excluyente o «filosofía del ‘aut’». En ésta última se han presentado diversas posturas; las extremas son: fideísmo y racionalismo, deísmo y ateísmo. Las soluciones armónicas, en cambio, son teístas y buscan una mutua complementación entre fe y razón que respete la autonomía epistemológica de ambas.

 

En general, el hombre ha buscado una relación religiosa con Dios. La línea incluyente estuvo incoada en la Antigüedad griega en Homero, el literato e ideólogo que presenta la relación protectora entre el héroe y su dios. Platón y Aristóteles se acercan a un monoteísmo de tintes deístas implícitos, que les ayuda a sobrepasar en parte el panteísmo cultural de su tiempo. En el declive de la Antigüedad, Virgilio y Plotino intentan construir un puente inacabable entre filosofía y religión. Virgilio parte de la religión romana e intenta llegar al pilar de la filosofía. En cambio, Plotino parte de la filosofía y se esfuerza en alcanzar místicamente el pilar de la religión. El puente entre ambos pilares permaneció inacabado y a veces intentó ser destruido por algunos filósofos antiguos cuya actitud tendía a ridiculizar los mitos y las creencias religiosas. Con ello trazaron, casi sin éxito en la Antigüedad, una línea excluyente entre filosofía y religión.

 

2.2.1 Primeros siglos patrísticos

 

Aunque en los comienzos del cristianismo, los Apologistas insistieron casi fideístamente en la superioridad de la fe sobre la razón, en general en la época patrística se busca la armonía entre ambas. Tres esfuerzos paradigmáticos son sin duda Agustín, Boecio y el Corpus areopagiticum. Agustín propuso: «intellectus merces est fidei», «fides quaerit, intellectus invenit». Boecio indica: «fidem si potes rationemque coniunge». Y el Areopagiticum invita a desembocar los esfuerzos racionales de la teología katafática y apofática en la teología mística. Estos comienzos indican que se puede buscar la armonía entre fe y razón, sin embargo, éstos aún no responden epistemológicamente al cómo de ese equilibrio.

 

2.2.2 Medioevo escolástico

 

2.2.2.1 Escolástica primitiva y Escolástica media

 

Gracias a los aportes de la época patrística se elabora el lema medieval «credo ut intellegam, intellego ut credam». Tras esta herencia surgen en el Medioevo nuevos intentos de conciliación. Por ejemplo, en la Escolástica primitiva y en la Escolástica media aparecen los esfuerzos de Escoto Eriúgena, Anselmo, Pedro Abelardo, y los tanteos de la escuela de Chartres y de San Víctor. Unos autores privilegian uno de los dos binomios, lo cual indica que aún no está maduro el equilibrio entre fe y razón.

 

a) Quienes privilegian el binomio «credo ut intellegam» lo hacen en los siguientes términos. El Eriúgena encuentra en la sabiduría de Dios la única fuente teofánica de la fe y de la razón, pero ésta debe estar en función de la fe. Anselmo sintetiza su postura en el lema «fides quaerens intellectum» porque supone la fe como punto de partida del conocimiento intelectual. Por su parte los Victorinos del siglo XII, en especial Hugo, buscan un acuerdo armonioso entre fe y razón, pero lo buscan subordinando la filosofía a la teología, y ésta a la mística, postura extremada por Bernardo quien representa la rebelión contra la gárrula charlatanería de los filósofos, tendencia que a su vez procede de los antidialécticos del siglo XI, quienes abanderaron su aversión contra la filosofía con el trillado y mediocre aforismo «philosophia ancilla theologiae» de Pedro Damiano.

 

b) Pedro Abelardo ofrece «la vertiente alternativa del Medioevo» situándose en el polo opuesto con el binomio «intellego ut credam». Su postura puede resumirse con el lema «intellectus quaerens fidem». Quería hacer inteligible la fe para que a los demás les fuera más fácil creer; busca inteligir la fe, no comprehenderla exhaustivamente.

 

En sitio aparte hay que mencionar a Pedro Lombardo por su sensato equilibrio entre fe y razón, pero su síntesis no es original sino una compilación comentada de textos y doctrinas.

 

En consecuencia, ninguna de las anteriores propuestas filosóficas sirve como modelo único para el planteamiento del problema de la relación entre fe y razón porque ninguna logra un equilibrio armónico entre ambas; más bien, subordinan la una a la otra y parece que no respetan su mutua autonomía, aunque ciertamente aseguran los vínculos entre ambas sin separación ni ruptura.

 

2.2.2.2 Alta Escolástica

 

El esplendor de la Alta Escolástica se caracteriza por la apertura de las universidades medievales al estudio de los grandes pensadores árabes, hebreos y griegos –con un especial énfasis aristotélico–, sin olvidar las raíces latinas tradicionales, intensamente agustinianas y platonizantes. Las órdenes religiosas de fraciscanos y dominicos se destacaron singularmente con Alberto, Buenaventura y Tomás.

 

Alberto acentúa metodológicamente la autonomía y distinción entre filosofía y teología y, por tanto, entre razón y fe. Gracias a Alberto, la filosofía toma conciencia de sus derechos de autonomía, pues la teología se fundamenta en la revelación; en cambio, la filosofía, en la razón. Por su parte, Buenaventura considera que la fe sobrepasa a la razón porque la razón escribe aquello que le dicta la fe, y casi resbala en los límites de la ruptura del equilibrio entre ambas cuando escribe: «parum est dandum inquisitioni, et multum unctioni».

 

Este tipo de arrebatos místicos le parecían desconcertantes a Tomás, quien intentó buscar una síntesis más equilibrada que le hiciera justicia a los derechos de la razón en los siguientes términos: fe y razón son dos fuentes diferentes y autónomas para el conocimiento de la verdad, pero ambas fuentes son armónicas. Por tanto, hay verdades que son exclusivas de la fe y otras que son exclusivas de la razón; pero también, hay verdades comunes a ambas. Así pues, filosofía y teología se distinguen no sólo por el contenido de aquellas verdades que les son propias a cada una, sino también por el método propio de cada una. Fe y razón son autónomas, pero se prestan mutuamente ayuda para alcanzar la verdad acerca de lo que es común a ambas. En esas verdades comunes a ambas, la diferencia no está en el objeto, sino en el método, los medios y las fuentes para su conocimiento.

 

Buenaventura y Tomás han sido considerados por León XIII como dos candelabros que iluminan en la casa de Dios. No obstante, la propuesta tomasiana parece más coherente y armónica, y también más justa. El reto para la posteridad será interpretar renovadamente ese equilibrio como una tarea constante. La crisis de la baja Escolástica no lo logró.

 

2.2.2.3 Baja Escolástica o Escolástica tardía

 

En el crepúsculo de la Escolástica inicia paulatinamente la separación entre fe y razón. Duns Escoto propone algo más que una distinción entre ambas y termina separándolas, pues considera que filosofía y teología son formas de conocimiento con métodos diferentes, con ob­jetos de estudio y criterios también diferentes, y sin verdades comunes. Ockham no sólo las separó; además inclinó la balanza unilateralmente a favor de la fe. Para Ockham la fe se niega a la conciliación armónica al considerar que la filosofía es inútil para la teología pues ni siquiera es su ancilla. Los intentos de explicación racional acerca de las verdades de fe son simples residuos de una razón soberbia y altanera. El eslogan de Ockham podría enunciarse así: «intellego ut intellegam et credo ut credam» aunque ambos sean inconciliables. Y aquí se rompió una taza... El fideísmo renacentista comenzó a coquetear con el cristianismo. Martin Luther fue la certificación de este desliz.

 

2.2.3 Renacimiento y Modernidad

 

Las dos tendencias opuestas de la nueva época histórica, en torno al problema que ahora nos ocupa, serán el fideísmo y el racionalismo. Con Luther el fideísmo se anida en el seno del cristianismo reformado con el lema «sola fides», y Dios asume la imagen de una Padre despótico y voluntarista.

 

El racionalismo moderno hace una amputación ‘pística’ al problema filosófico de la relación entre fe y razón, elige la «sola ratio» y radicaliza la reducción del intelecto a la razón. A este último punto se le ha llamado actualmente «concepto reductivo de la razón». En este contexto, la cuestión de la fe desatendida se atrinchera en el problema de la existencia Dios, que es resuelto básicamente con un tipo de argumentación «a simultánea», también llamada impropiamente argumento ‘ontológico’. Basta recordar en esta línea a Descartes, Leibniz y Hegel, en la Modernidad; y a Karl Barth, Bertrand Russell y Norman Malcolm, en el pensamiento contemporáneo.

 

Kant representa de modo eminente la actitud titánica y unilateral de la Modernidad cuando –después de diluir la religión totalmente en la moral–, invita a que la «pura fe religiosa» devenga «fe de pura razón» en su libro La religión dentro de los límites de la mera razón. Hegel cierra la Modernidad con su panlogismo sistemático que pretende diluir y superar (en buen alemán aufheben) la religión en la filosofía como consumación dialéctica del saber absoluto del Espíritu.

 

2.2.4 Filosofía contemporánea

 

Los desvíos unilaterales del fideísmo y racionalismo modernos distorsionaron significativamente el papel de la religión y la visión filosófica de Dios. Ante semejantes caricaturas apareció un ateísmo agresivo que pretendía desmantelar las condiciones de racionalidad favorables a la fe religiosa. En esta tendencia cabe enunciar sólo como ejemplo a Marx, Nietzsche, Freud y Sartre. Muy diferente es la tendencia reciente de algunos autores que abanderan un ateísmo más modesto y reconciliado con la finitud que no alardea ni reniega de su nombre. Este ateísmo post/utópico es representado principalmente por Rorty, Savater, Flores d’Arcais, Dennett, Dawkins y Schmidt-Salomon quienes más que combatir la existencia de Dios, defienden éticamente los derechos de minoría para los ateos ante el aplastante retorno de lo religioso y de la así llamada «revancha de Dios».

 

Además de los argumentos escolásticos tradicionales y sus reinterpretaciones neoescolásticas, las respuestas más inteligentes al ateísmo contemporáneo proceden de los pensadores que pertenecen a la filosofía de inspiración judeo-cristiana, por ejemplo: Rosenzweig, Lévinas, Blondel, Zubiri, Rahner, Coreth, Balthasar, Kolakowski, Girard, Küng y Díaz entre otros.

 

Si se quiere responder plausiblemente a esta cuestión hay que resolver previamente dos asuntos metodológicos de hondas raíces históricas: el asunto de la problemática realidad y la ampliación del concepto reductivo de razón propuesto por la Modernidad. Para lograrlo las mejores propuestas contemporáneas son Zubiri, Küng y Marina, quienes contextualizan la razón en el horizonte más amplio de la inteligencia, cuyo uso no es sólo discursivo al estilo moderno sino también intuitivo.

 

De hecho, el intellectus medieval era más amplio que la ratio moderna. Esto ayuda a recuperar la relación entre inteligencia y realidad, y su unión originaria con las otras estructuras antropológicas, a saber, la volición y el sentimiento. Este ser humano, no racionalista ni intelectualista, es quien se sitúa libremente ante Dios para responder inteligentemente con su opción epistemológica desde la problemática realidad. También pueden servir algunos aportes de la crítica a la estrechez unidimensional de la racionalidad científica a partir de la epistemología contemporánea de Popper, Kuhn, Lakatos, Feyeranbend y Laudan.

 

Después de haber planteado estos asuntos metodológicos, restaría contextualizar la cuestión filosófica de Dios en el horizonte del problema originario de la relación entre fe y razón, o aún mejor, de la relación entre fe e inteligencia, es decir, reinterpretando la armonía entre teología y filosofía. Los pensadores contemporáneos que más han contribuido al respecto son: a) Rahner y Coreth, desde una perspectiva antropológico-horizontal, es decir, trascendental-ascendente; b) y Balthasar y Díaz, orientados hacia una postura teocéntrico-vertical, es decir, descendente. Ambas propuestas son complementarias. El mérito de estos autores no consiste solamente en haber reflexionado metodológicamente sobre la relación entre filosofía y teología, sino también en haber desarrollado sus contenidos en una síntesis armónica que es válida para hoy.

 

Las corrientes y autores mencionados en los tres párrafos anteriores, pueden servir como guía referencial para la formación filosófica de los alumnos del Seminario diocesano de Zamora. Parecen ofrecer el planteamiento más armónico del problema de la relación entre inteligencia y fe, y entre filosofía y teología. De esta manera se puede reinterpretar hoy la complementación entre «fides quaerens intellectum» et «intellectus quaerens fidem». Y, por supuesto, esta armonía sólo se hace posible cuando la filosofía y la teología son discípulas orantes, pues «sin contemplación… ninguna reflexión», sea filosófica o teológica.

 

En seguirda aparecen algunos links, para descargar los apuntes del curso de Historia de la Filosofía medieval, Filosofía de la religión y una aplicación específica de las Notas armónicas entre fe y razón:

 

 

 

 

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