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3. REMATE CONCLUSIVO

 

 

Quiero terminar esta ponencia con algunas observaciones críticas que ayuden a una mejor apreciación de la sinfonía balthasariana. Estos bemoles y sostenidos son apenas unas trémulas variaciones a los temas melódicos ya ejecutados. En efecto, si bien es verdad que en su obra hay algunas partituras desechables y tediosas, el conjunto resulta tan plausible y exitoso, cuan ajeno y abandonado por las mayorías académicas.

 

1) Los bemoles que limitan la sonoridad de las notas balthasarianas son los siguientes:

  • Las dificultades que presenta en Balthasar el método sui generis al articular materiales de origen filosófico, teológico y literario. Esto hace que, en la mayoría de los casos, uno se sienta derrotado por los escritos balthasarianos. Ciertamente muchos teólogos, a los que no les gusta la filosofía o la literatura, renuncian a una lectura integral de la obra monumental. Y con similar pretexto han hecho lo mismo una todavía mayor cantidad de filósofos.

  • Quizá una dificultad mayor corresponde a la desconcertante propuesta balthasariana de proponer una teología con hondas raíces metafísicas en un contexto histórico anti/metafísico. Y como yo soy un animal metafísico, su propuesta ‘me calló de perlas’. Balthasar arrojó su obra como una botella en el océano, ésta arribó a mi biblioteca, la encontré y para mí fue un milagro, y que bueno que de vez en cuando acontezcan tales sucesos[1]. Yo siento el deber cristiano de darle la mano a la metafísica en este momento, y como presbítero también me siento llamado y comprometido a ser pastor del ser. Me gustaría ser otro renuevo re/interpretativo en el tronco añejo de la metafísica. El mismo Balthasar testifica que la fuerza y la salud de este tronco se muestran en los nuevos retoños que brotan en cada primavera.

 

2) Los sostenidos más valiosos que hay acentuar en el pensamiento balthasariano son los siguientes:

  • Ofrece implícitamente una respuesta alternativa al problema del «mysterium iniquitatis» desde un planteamiento kenótico trinitario. Esta respuesta me parece más convincente que las ofrecidas por otros.

  • Su propuesta teológica es una invitación a reelaborar la teología con acentos menos épicos y líricos, y más dramáticos.

  • Hay que aceptar el reto de buscar más explícitamente el ensamblaje orquestal entre filosofía y teología dejándonos abrazar y abrasar en el seno de la verdad, para que ambos candeleros glorifiquen la liturgia trinitaria. Por mi parte, si algo valgo como filósofo es porque también amo la teología. En mi reflexión, filosofía y teología han sido amiguitas desde chiquitas. Y también puedo asegurar que Balthasar ha sido el pensador que más me ha ayudado espiritual y pastoralmente en los momentos más desconcertantes de mi ministerio. Considero que después de una detenida reflexión uno puede elegir lo mejor, y después reciclarlo con ayuda de otras propuestas filosófico-teológicas para que Balthasar no sea simplemente «un verso suelto en un poema inexistente».

  • Además, considero que sería un desperdicio si la teología de la revelación prescindiera de los matices estéticos, dramáticos y lógicos aportados por Balthasar.

 

Mi intervención sólo ha pretendido ser una invitación para que lean a Balthasar, y si además se convierte en un envío ya es mucho. Reciban este regalo que también es la subsanación de un tema trinitario en el coloquio. Por eso mismo, considero que más que las intuiciones estéticas, dramáticas y lógicas, el aporte balthasariano más original es el teologúmeno sobre la inversión trinitaria y la kénosis intradivina.

 

Mi anterior reflexión desemboca en la oración:

«Gracias Padre porque así te ha parecido bien.

Hágase tu voluntad.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

¡Ven Señor!»

 

 

 

 

 

[1] Cfr., Id., Epílogo…, 11.

 

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