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Habilitación postdoctoral

 

Destrascendentalización de los trascendentales.

Socialización de la Metafísica en los contextos de vida

 

 

3. LAS CATEGORÍAS O MODOS DE HABLAR

 

 

Fue Aristóteles quien específico las diez categorías o modos de hablar sobre el verbo ser. También son modos como éste se realiza en la existencia concreta de los entes, a saber, la substancia, la cantidad, la cualidad, la posibilidad, la realización en acto, sus relaciones con otros, su permanencia en el tiempo, su lugar, su posición y su posesión.

 

Aristóteles extrajo sus categorías de la gramática griega. En efecto la substancia procede del substantivo. La posibilidad pasiva y la realización activa dependen de las conjugaciones del verbo en las voces del tiempo pasivo o activo. La posesión especifica metafísicamente el caso genitivo. La cantidad y cualidad describen la función gramatical de los adjetivos en la Metafísica. Las relaciones vinculan o separan los entes al estilo de las proposiciones conyuntivas y disyuntivas de la gramática. Otras categorías como la posición, el tiempo y el lugar son características cosmológicas ubicadas dentro del campo semántico de los advervios. Y finalmente el artículo determina o indetermina la cantidad de los substantivos, la que también es considerada como categoría metafísica.

 

1. La substancia

 

Debe uno distinguirla de sus circunstancias, que son los así llamados accidentes. Son modos, que determinan la existencia de los entes en las circunstancias concretas de los contextos de la vida. La substancia es el sustrato, que subsiste a cualquier cambio circunstancial. Aristóteles llega a llamarla sujeto, no en sentido antropológico, sino gramaticalmente en cuanto núcleo gramatical de cualquier afirmación o negación.

 

A Habermas le interesan antropológicamente los sujetos del diálogo como interlocutores, los que sostienen cualquier pretensión de entendimiento a través de la comunicación. Su identidad permanente es un ejemplo de la categoría de substancia. En los cotextos de comunicación un sujeto es un interlocutor válido, porque es capaz de interactuar en el diálogo con cuatro pretensiones de validez, a saber: decir la verdad, ser veraz, interactuar correctmente y darse a entender inteligiblemente. Detrás de estas pretensiones de validez están los trascendentales y ellas son las condiciones para todo diálogo orientado al entendimiento. En otras palabras la meta de la comunicación no es el consenso, sino el mutuo entendimiento. Por eso Habermas no hace una filosofía del consenso, sino una una filosofía, que através de la comunicación nos ayude, a entender a todo interlocutor posible dentro de una comunidad de comunicación sin fronteras ideológicas. Quienes atribuyen a Habermas una filosofía del consenso no han leído su obra en alemán.

 

 

2. Accidentes o circunstancias

 

Según el tipo de diálogo que uno sostenga subraya más lo substancial o más la circunstancial. En una conferencia universitaria uno debe ir al grano. En la conversación cotidiana muchos se quedan en las ramas. En cualquiera de los casos resulta insoportable una conversación centrada en superficialidades, con una duración más allá de lo tolerable, porque mucha gente no enfoca el tema en lo substancial. Lo peor de todo es encontrar a alguién que sólo quiere hablar y no sabe escuchar. Con ese interlocutor jamás lograremos un entendimiento y es mejor interrumpir el diálogo cada vez, que la situación se repita, sin herirlo.

 

Hay circunstancias que pueden ser importantes para comprender al otro, por eso Tomás de Aquino habla de accidentes accidentales y accidentes substanciales. Su distinción es sencilla para un interlocutor inteligente.

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