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Habilitación postdoctoral

 

Destrascendentalización de los trascendentales.

Socialización de la Metafísica en los contextos de vida

 

 

2. LA NOCIÓN DE SER

 

 

Hay que desubstantivarla porque la hemos convertido en un substantivo y originariamente es un verbo. Por ello hablamos de ser como verbo, nunca del ser como substantivo. Cuando se substantiva esta noción se confunde con los entes concretos, pero "ser" es tan amplio como lo verdadero, bueno, estético y uno. Por ello los consideraba la metafísica tradicional convertibles o intercambiables entre sí mismos y con la noción de ser, la cual puede ser activa o pasiva como todo verbo. Así pues es incorrecto que la Metafísica reduzca la noción de ser a un substantivo con artículo y uno debe decir más bien: ser es verdad, ser es bondad, ser es percepción estética, ser es unidad.

 

Balthasar nos ayuda a tematizar la relación entre ser y los trascendentales desde la experiencia originaria del amor de aquel bebé amado que una vez fuimos tú y yo. Ser es aparecer y realizarse como epifanía del amor, el cual por primera vez percibimos sensiblemente  en el brillo de los ojos de nuestra madre. Esa experiencia del amor nos hizo buenos y nos dio confianza en el mundo y en la humanidad, que se dejaban percibir y se nos dieron como buenos. Al dársenos, se nos develaron como verdaderos, no como falsas imágenes del engaño, porque percibimos que el amor de nuestra madre era verdedero. Esta experiencia del amor originario es la vivencia de ser uno con el mundo y con los otros. En contraste con ello esta experiencia pudo haber sido una vivencia del rechazo.

 

Cada una de ambas nos prepara para vivir y tematizar con el paso del tiempo una metafísica del amor y una metafísica del poder en favor del mal. De esa experiencia surgieron pensadores y personajes como el Papa Francisco, quien representa de modo eminente una metafísica del amor, y Hitler, quien representa una metafísica del poder en favor del mal. En nuestro contexto vital podemos percibir fácilmente quién busca el amor y quién busca el poder y por ello, quien pone el amor al poder en contra del amor mismo es un hombre perverso. Ése es el encanto del Papa Francisco, quien ha puesto el poder al servicio del amor.

 

En este contexto Balthasar habla también de la cuádruple diferencia dentro de la noción de ser y se deja inspirar en parte por el concepto heideggeriano de "la diferencia de ser".

 

1) La primera diferencia óntica consiste en la diferencia entre el tú y yo, la cual es en efecto atemática en la relación entre el bebé y su madre, pero se desarrolla paulatinamente según el ritmo de los procesos de la conciencia psicológica y de la consciencia moral. Cuando el ser humano toma conciencia psicológica de ser un ente entre otros, va descubriendo su identidad y su diferencia respecto a los demás.

 

2) La segunda diferencia ontológica es la diferencia de los entes entre sí, no sólo en cuanto seres vivientes o inanimados, sino también en su unicidad individual e insustituible.

 

3) Uno descubre en sí mismo una grande menesterosidad existencial. Sabe que no lo es, ni lo sabe todo. La maravilla de no sentirse sólo con otros, los que están tan menesterosos como yo, despierta en mí el asombro ante la acción que me sostiene en la existencia. Así surge la inquietud por la pregunta heideggeriana: "¿por qué ser algo y no más bien nada?", es decir "¿por qué hay algo en vez de nada?". En otras palabras: "¿Por qué soy algo si pude ser nada?". Esta tercera diferencia entre los entes y la acción de ser es la diferencia metafísica.

 

4) Finalmente la cuarta diferencia teológica es la diferencia entre ser y Dios. La Metafísica se abre a la pregunta por Dios, desde que uno descubre que ser es una explicación insuficiente de las anteriores diferencias. Ser no puede ser la última respuesta amputada por sí misma, porque la acción de ser está tan necesitada de los entes para existir por medio de ellos, así como también los entes necesitan ser. Gente, a la que no le conviene que Dios exista debería decir: "Yo no quiero que Dios exista" y reconocer que su postura es más bien sentimental que un auténtico argumento. De hecho el sí a Dios es más coherente que el no a Dios, dado que es coherente para el teísta ser también realista. Por el contrario ningún ateo es coherente con el nihilismo ontológico. Por ejemplo no saben porqué confían en la ciencia, si ésta se ha equivocado tanto, o porqué confían en un autor, en una caja fuerte, en el banco y en un seguro de salud, puesto que no hay nada absolutamente seguro.

 

© 2014 por ROB. G. GLEZ. Elaborado orgullosamente por medio de Wix.com

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