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Habilitación postdoctoral

 

Destrascendentalización de los trascendentales.

Socialización de la Metafísica en los contextos de vida

 

 

9. PUNTO DE PARTIDA DE LA METAFÍSICA

 

 

   

La así llamada Filosofía Trascendental de la escuela jesuítica, la que en especial es representada por Maréchal, Lotz, Rahner y Coreth, se ha interesado por el tema del punto de partida de la Metafísica y se ha dejado inspirar sobre todo por el diálogo de la filosofía tomasiana con la filosofía de Kant y Heidegger entre otros.

 

La crítica de Immanuel Kant (1724-1804) no es en general una Antimetafísica, sino más bien una crítica en particular a la Metafísica racionalista de Wolff y al empirismo escéptico de Hume. De hecho portan obras kantianas títulos metafísicos, por ejemplo: Prolegómenos a cada Metafísica futura, la que como ciencia podrá debutar (1783), Fundamentación para la Metafísica de las costumbres (1785), Fundamentos metafísicos de los principios de la ciencia natural (1786) y La Metafísica de las costumbres (1797). Kant no critica la Metafísica en general, sino más bien la posibilidad de ésta como ciencia natural según el modelo de la Física de Newton, es decir como ciencia exacta con base en cálculos geométricos y matemáticos. En su contexto histórico tenía Kant razón, dado que la Metafísica no es una ciencia natural y exacta al estilo de la Física de Newton. En buen castellano es la Metafísica más bien un saber y una sabiduría que una ciencia. Esto significa en alemán, ella es más bien «Weisheit» que «Wissenschaft». En otras palabras es la Metafísica más bien «sapientia» que «scientia» y más bien «σοφία» que «ἐπιστήμη».

 

La ontología fundamental de Martin Heidegger (1889-1976) es en sentido positivo una Destrucción‹ hermenéutica de la Metafísica occidental y de la historia moderna del olvido de ser, cuyo análisis fenomenológico-existencial de ›ser ahí‹ se transforma más tarde en humano abandono ante la ›develación‹ luminosa y ›apertura‹ de ser, es decir  ante el autoanonadamiento de ser por medio del lenguaje de la poesía. La heideggeriana ›Destrucción‹ positiva de la historia de la ›amnesia‹ moderna de ser, es decir, de la pérdida moderna de la memoria de ser, es realmente una valiosa contribución a la búsqueda de un pensamiento destrascendentalizado y de una socialización de la Metafísica explícitamente autocrítica en los contextos de vida de ›ser ahí‹.

 

La obra Le point de départ de la Métaphysique de Joseph Maréchal (1878-1944) inspiró la Escuela Marechaliana de lengua alemana denominada oficialmente como Filosofía Trascendental al diálogo con la propuesta Kant. Por ejemplo escribe Maréchal respecto a los conocimientos a priori de evidencia inmediata derivados de la experiencia sensible en sentido kantiano, los cuales son considerados como proposiciones per se notae‹, axiomas y primeros principios por la Escolástica, lo siguiente:

 

»Entre el kantismo y la Escolástica clásica no surge aquí diferencia ni siquiera de terminología; no hay más que una divergencia de preocupaciones de orientación. En efecto, el escolástico se contenta con aceptar la evidencia objetiva; el kantiano procede a escrutar la naturaleza de tal evidencia«.1

 

Dicho de otra manera consiste tal divergencia en que el a priori kantiano es lógico, mientras que el a priori escolástico es metafísico. Maréchal comparte con Johannes Baptist Lotz (1903-1992) la misma opinión sobre el punto de partida de la Metafísica, a saber sobre el análisis del juicio. A partir de esto intenta Lotz una fundamentación de la Metafísica en razón del vínculo lógico del juicio con el horizonte de ser. Erasmo Bautista sintetiza en su disertación doctoral los puntos de encuentro y separación entre Maréchal, Heidegger y Lotz en los siguientes términos:

 

»Los tres contemplan al hombre como aquel ente excelente, en el cual la apertura para ser es siempre ya existente. El hombre se destaca por esta orientación a ser. Este modo de reflexión los une al mismo tiempo con Tomás de Aquino«.2 »La diferencia fundamental yace en la interpretación de la meta final de la aspiración humana. Maréchal la interpreta como [aspiración a] ser absolutamente, entendida como causa final; Lotz como [aspiración a] ser absolutamente, entendida como causa ejemplar; y Heigegger como inquieto trascender, el que desemboca en la nada«.3

 

Karl Rahner (1904-1984) propone un punto de partida de la Metafísica muy distinto al de Lotz, a saber la pregunta por el ser en el horizonte del todo. Rahner considera en sus obras filosóficas Espíritu en el mundo (1939) y Oyente de la Palabra. Para la fundamentación de una Filosofía de la religión (1941), que la antedicha cuestión no es una pregunta por lo absolutamente incognoscible, ni por lo absolutamente desconocido.4 Es decir, la pregunta por el ser supone un asunto ya en parte sabido de modo atemático, implícito y asistemático. La cognoscibilidad y el conocimiento especifican las dos condiciones, que posibilitan la pregunta por el ser. La primera condición subraya el aspecto de posibilidad, mientas que el conocimiento especifica el hecho ya realizado. Porque dicha pregunta ya está planteada, constituye ella el punto de partida de la Metafísica, la que según Rahner es posible en virtud de la «conversio ad phantasmata», es decir, gracias al retorno de la inteligencia humana a los datos de la sensibilidad interna durante el proceso de conocimiento. Así pues los conceptos del conocimiento metafísico parten de la experiencia y retornan a ella. Dicho con otras palabras, la Metafísica permanece vinculada a la experiencia tanto en su punto de partida, como también en su retorno a él.5

 

Emerich Coreth (1919-2006) fundamenta metódica y sistemáticamente su Metafísica a partir de la pregunta acerca de la pregunta,6 cuyas trascendentales condiciones de posibilidad ofrecen el instrumentario metódico-sistemático para la fundamentación de la Metafísica en relación con la Hermenéutica filosófica. »Por eso es la Metafísica solamente posible sobre el suelo de una Hermenéutica del ser ahí humano en el mundo y en la historia«.7 Según Coreth puede uno preguntar, porque uno sabe en efecto implícitamente algo, pero todavía no completa y claramente. Aunque uno no sabe explícitamente todo, quisiera uno saber cuantivamente más y cualitativamente mejor. El pre-saber atemático y lo todavía no sabido temáticamente son justamente las condiciones de posibilidad, para poder preguntar. Aquél primero es causa agente de la pregunta y en razón de éste último tiende la pregunta hacia el saber como causa final. Estas condiciones de la preguntabilidad pueden llegar a ser denominadas respectivamente interrogabilidad y cuestionabilidad.8

 

Los representantes de la Filosofía Trascendental son herederos de una tradición de pensamiento, la cual es dialógica. Por eso sería el diálogo el contexto comunicativo, en el que debería llegar a ser planteada la pregunta acerca de la pregunta como punto de partida de una Metafísica del discurso. Si uno pregunta, plantea uno a alguien una pregunta. También si uno se pregunta a sí mismo, es uno mismo alguien, a quien uno plantea una pregunta. Uno es un interlucutor del diálogo, quien junto con otros puede formar una comunidad dialógica de comunicación. Así puede llegar  a ser planteada la pregunta acerca de la pregunta comunicativamente con una orientación a la comunidad y con una intención solidaria. Dicho con otras palabras, es la pregunta un acto de habla más bien solidario que solitario, es decir orientado a la comunicación y los presupuestos de la comunicación afectan a los presupuestos corethianos de la pregunta.

 

Este punto de vista implica un desplazamiento desde el paradigma metafísico de la Filosofía de la conciencia centrada en el sujeto hacia el así llamado paradigma destrascendentalizado de la Filosofía de la comunicación intersubjetiva. A menudo supone aquél primero una última fundamentación metafísica y en sentido kantiano una Filosofía Trascendental. En cambio se ocupa éste último en concreto con una Filosofía socializada atenta a la acción de ser como verbo.

 

En el transcurso de la absolución de mi carrera aproveché cada oportunidad para el diálogo con los discípulos de Rahner y Coreth, a saber Runggaldier, Niederbacher, Quitterer, Löffler, y Kanzian entre otros, quienes en las últimas décadas además se han interesado por la Neurofilosofía en la así llamada Escuela de Innsbruck. Aún me dejo cuestionar por Habermas acerca de lo siguiente como resultado del diálogo con ellos: ¿Es posible una fundamentación última? Con Habermas comparto la opinión, según la cual basta una fundamentación en el contexto de la pragmática universal. De hecho hay una Metafísica pensada en numerosas publicaciones y en las aulas. En muchos casos es enseñada por profesores, para vivir de la Metafísica, no para vivir metafísicamente. También hay una Metafísica vivida, la que se deja identificar o bien con una Metafísica del poder o bien con una Metafísica del amor. Ambas implican dos modos muy distintos de ser y de actuar, no son simples modos de sentir.

 

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1   MARÉCHAL, Joseph, El punto de partida de la Metafísica. La Crítica de Kant

                                         (Penca, Buenos Aires 1946), III, 157.

2   »Alle drei betrachten den Menschen als jenes ausgezeichnete Seiende, in welchem die Aufgeschlossenheit für das Sein immer schon vorhanden ist. Der Mensch zeichnet sich durch diese Ausrichtung auf das Sein aus. Diese Betrachtungsweise eint sie zugleich mit Thomas von Aquin«. BAUTISTA LUCAS, Erasmo N., Metaphysik in Ansatz. Seinsverständnis aus dem menschlichen Gesamtvollzug bei Joh. Bapt. Lotz (Nossa y Jara, Madrid 1996), 45. La traducción castellana es mía.

3  »Der fundamentale Unterschied liegt in der Deutung des Endzieles des menschlichen Strebens. Maréchal deutet es als das absolute Sein, verstanden als Finalursache, Lotz als das absolute Sein, verstanden als Exemplarursache, und Heidegger als ruheloses Transzendieren, das in das Nichts einmündet«. Ibidem. La traducción castellana es mía.

4    Cfr., RAHNER, Karl, Geist in Welt (Rauch, Innsbruck 1939), 81.83. Id., Hörer des Wortes. Zur Grundlegung einer

                                       Religionsphilosophie (Kösel-Pustet, München 1941), 50.56.

5   La «conversio ad phantasmata» reúne los requisitos a priori y a posteriori exigidos por Kant en el siguiente texto, para fundamentar un saber: »Los conceptos, sin contenido intuitivo, están vacíos; las intuiciones, sin conceptos, están ciegas«. KANT, Immanuel, Crítica de la razón pura (Porrúa, México 1996 9a. ed.), 58.

6    CORETH, Emerich, Metaphysik. Eine methodisch-systematische Grundlegung

                                     (Tyrolia, Innsbruck/Wien 1980 3a. ed.), 86 ss.

7    Id., Grundfragen der Hermeneutik. Ein philosophischer Beitrag (Herder, Freiburg 1969), 199.

8    Coreth utiliza la siguiente terminología alemana: ›Fragbarkeit, Fraglichkeit, fragbar, befragbar und fraglich‹.

                                     Cfr., id., Metaphysik..., 89-90.96.98. 

 

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