top of page

1. SIGNIFICADO BÍBLICO

DE LA VISITA 6/6

CRISTO SE IDENTIFICA CON EL VISITADO

Mt 25,36.43

 

1.9 Identificación con el visitado

 

En la perícopa mateana sobre el juicio final es develada una verdad inevitable y escandalosa sobre el significado evangélico de la „visita”, el cual subvierte completamente nuestro modo de pensar: Jesús se identifica con los que sufren por el hambre, la sed, por ser extranjeros, por la desnudez, la enfermedad y el encarcelamiento. El compromiso solidario con ellos es decisivo ante el juicio divino y el texto específica: estuve »enfermo y me visitasteis«. Es sorprendente que el Señor pida ser visitado. A partir de la sensibilidad religiosa hebrea surge un aspecto completamente nuevo y desconcertante: el Señor de la historia y juez de vivos y muertos, el Médico compasivo, que ha venido a curar a los enfermos y no a los sanos, se identifica kenóticamente con un efermo en Mt 25,36.

 

La novedad verdaderamente desconcertante, que parece invertir toda la explicación anterior sobre el significado bíblico de la „visita” y la misión de quien ha sido enviado a visitar, consiste en la identificacion de Cristo con el enfermo no visitado y no con el visitador. Hay una metamorfosis admirable, la cual revela dramáticamente la acción misteriosa de Dios: su rostro de Médico se oculta en el sufrimiento del enfermo y su tarea liberadora queda oscurecida en la celda del preso no visitado según Mt 25, 43. En esta inversión del visitador que espera ser visitado aparece de nuevo la cara oscura de la Luna y la cara oculta del Jesús en el enfermo.

 

De esta manera quien ha sido enviado a visitar, puede estar necesitado de una visita, si reconoce su propia fragilidad humana, es decir su menesterosidad originaria para invocar y pedir ayuda. Si el visitador como Jesús reconoce su propia condición de enfermo necesitado de una visita, se convierte en un instrumento dócil y fecundo para musicalizar la sinfonía de la gracia y precisamente en el trasfondo de esa debilidad Dios hace resplandecer su fuerza como reconoce Pablo en 2Cor 12,9. Por su parte considera Balthasar, que en el Crucificado irradia el esplendor de la gloria del Padre. La gloria de la cruz devela la cara oculta de Dios en el sufrimiento y en la muerte del Hijo, quien como Palabra de amor enmudece en el silencio de la cruz. En y desde el sufrimiento se transforma la Palabra en escucha, para compartir en su corazón traspasado el sufrimiento del mundo.

 

Tanto en el v. 36 como en el v. 43 del cap. 25 de Mt aparece la expresión ἐπεσκέψασθέ με es decir »me visitasteis« para indicar la identificación del Señor, con el Juez, con el enfermo y con el preso. Como ya se ha dicho la forma verbal ἐπεσκέψασθέ que es conyugación del infinitivo ἐπισκέπτομαι comparte la misma raíz con la palabra ἐπίσκοπος es decir obispo. A ello hay que agregar a la luz de la identificación del Señor con el visitado, que el obispo más que vigilante o inspector es no sólo visitador sino visitado. Τῷ ἀγγέλῳ es decir a él como »mensajero«, que anuncia el Evangelio a las siete Iglesias, le escribe el Señor como Amén, como testigo fiel y veraz y como principio de la creación en la carta al obispo de Laodicea: »Conozco tus obras y no eres ni frío ni caliente. [...] Eres tibio [...] Aunque no lo sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo. [...] A los que amo los reprendo [...]. Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno me oye y me abre, entraré a casa y cenaremos juntos« (Ap 3, 15-17.19-20). Es el Señor quien llama a la puerta, para visitarle.

 

En el marco de la interpretación del Apocalipsis como develación del sentido del sufrimiento de las víctimas en el presente de cara a la despiadada amnesia de los verdugos invita este texto al obispo como mensajero de las siete iglesias, a identificarse con quienes sufren y a permanecer siempre fiel a »la rememoración de Dios, en la cual es evocada la historia del sufrimiento de los seres humanos«.2 Esta interpretación del Apocalipsis no deja tranquilo al pasado, pues la memoria evita la reconciliación con el sufrimiento de los crucificados por medio del olvido ideológico de la crueldad de los verdugos. Y además exige, que los que más sufren, sean ineludiblemente los principales destinatarios de la visita. Esta exigencia define, cuales son las parroquias deben ser visitadas urgentemente.

 

La metamorfosis del visitador en visitado por el mismo Jesús posibilita una kénosis en el sentido de Flp 2,5 ss: »Entre ustedes tengan la misma actitud del Mesías Jesús: El [] se despojó de su rango [...]. Se anonadó [ἐκένωσεν], obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz«. La κένωσις como actitud cristológica en la visita dispone a la recepción recíproca y se deja inspirar por la relaciones intratrinitarias, para favorecer el encuentro entre aquél que es enviado y quien recibe.

 

Por las relaciones intratrinitarias interacctúan las tres Personas kenóticamente así: 1ª) El Padre renuncia eterna y totalmente a ser Dios para sí solo, y se autoentrega al Hijo en la autodonación íntegra de la divinidad del Yo para que el Tú sea también eternamente. 2ª) El Hijo responde desde siempre con la disponibilidad de someterse a la voluntad del Padre, como eucaristía libre, obediente, sacrificial y amorosa por el don personal de la divinidad. 3ª) Y el Espíritu Santo, –que es simultáneamente «el Nosotros del amor entre el Yo y el Tú» divinos, y «el fruto personal y diferenciado de ese amor»–, es, en efecto, el amor divino personal que se expresa en el silencio y en el abandono casi como oculto y ausente, paradójicamente como si no ocupara el primer plano. En las interacciónes intratrinitarias hay tres κένωσις y cada una de ellas es la cara oculta de la Gloria.

 

1.10 Visita pastoral como invitación a la fraternidad

 

En los incisos anteriores fue puesta de relieve la misión del obispo más bien como visitador que como vigilante, supervisor o guardián. En 1Pe 2,25 aparece la palabra ἐπίσκοπον como substantivo: »Andábais errantes como ovejas, pero ahora habéis sido reconducidos al pastor y ἐπίσκοπον de vuestras almas«. La primera parte del verso cita a Is 53,6 cuyo texto orginal utiliza la primera persona del plural: »Todos errábamos como ovejas«. Las raíces de ἐπίσκοπος son ἐπι + σκέπτποιμήν y proceden de la misma raíz del verbo ἐπισκέπτομαι es decir „visitar”. En base a ello la mejor traducción de 1Pe 2,25 podría ser quizá: »Andábais errantes como ovejas, pero ahora habéis sido reconducidos al pastor y visitador de vuestras almas«.

 

La palabra ποιμήν significa „pastor” en el sentido de Nm 27,17: »Que no quede la comunidad del Señor como rebaño sin pastor«. El texto hebreo utiliza en este verso el término רֹעֶה  es decir »pastor«. El v. 16 es traducido a menudo así: »Que el Señor, Dios de los espíritus de todos los vivientes, nombre un jefe para la comunidad«. Otra traducción alternativa del v. 16 reza: »Yahweh, Dios de los espíritus de toda carne, visite a un hombre para la congregación [del rebaño]«. La relación temática entre יִפְקֹ֣ד es decir „visite” y רֹעֶה es decir „pastor” sería sin duda una sobreinterpretación del texto. No obstante en dicha visita de Dios para la congregación del rebaño actúa Dios como pastor bueno, quien favorece la congregación del rebaño, la comunión y la fraternidad.

 

El pastor bueno busca al que sufre y se identifica kenóticamente con él como hermano. Las formalidades de la visita no deben sabotear la posibilidad de un encuentro personal entre los hermanos, porque el Señor se identifica especialmente con el que sufre. Si llama a la puerta, quizá sea irreconocible en el rostro sufriente. Aún así no hay excusa y asevera: »Os lo aseguro: Cada vez que lo hicisteis con un hermano mío de esos más humildes, lo hicisteis conmigo« (Mt 25, 40). Cada uno puede preguntarle: »¿Qué cosa buena debo hacer para conseguir vida eterna?« (Mt 19,16) »¡Consolad, consolad a mi pueblo! dice vuestro Dios«. (Is 40,1).

 

bottom of page