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1. SIGNIFICADO BÍBLICO

DE LA VISITA 2/6

CRISTO SE IDENTIFICA CON EL VISITADO

Mt 25,36.43

 

1.1 ¿Qué significado bíblico tiene el verbo „visitar”?

 

El significado bíblico del verbo „visitar” subsume el uso común arriba mencionado en el campo semántico de la visita de Dios a su pueblo, prefigurada en relatos de los patriarcas y profetas y plenificada en el misterio de la encarnación del Hijo, quien como Palabra de amor enmudece en el silencio de la cruz. En y desde el sufrimiento se transforma la Palabra en escucha, para compartir en su corazón traspasado el sufrimiento del mundo.

 

Visitó a los suyos, »vino a su casa, pero los suyos no lo recibieron« (Jn 1,11). De esta manera quizo asumir el riesgo de ser rechazado por los suyos y específicamente aceptó este riesgo: que cuanto mayor sea el amor del Espíritu con el que el Padre se autoentrega por medio de su Hijo –incluso hasta la muerte–, tanto mayor puede ser el rechazo libre del ser humano, quien reacciona con violencia y rebeldía, y a veces hasta con odio y venganza.

 

Por consiguiente, la acción soteriológica es un drama real que se desarrolla en la historia humana, a veces construida con materiales fuertemente explosivos, que adquieren tintes apocalípticos, especialmente cuando la titánica rebelión de los hombres se empecina en un enfrentamiento gigantomáquico contra la acción soteriológica de la infinita libertad trinitaria, rehusándose para no dejarse salvar por la Trinidad kenótica revelada en el misterio de la cruz. Y aún así, ante la obstinada rebelión humana, la misericordiosa libertad trinitaria se reserva la última palabra de salvación escatológica que se decide desde ahora, pero que se desenlaza imprevisiblemente hasta el último acto del drama histórico salvífico en espera de la correspondencia entre ambas libertades, ya que Cristo ha posibilitado el acuerdo entre lo humano y lo divino.

 

En el marco del cuarto Evangelio describe Juan la visita del Verbo como un evento dramático y asume el riesgo de la recepción y el rechazo, ante el cual triunfa siempre la misericordia de Dios. Por ello escribe: »Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvado por él« (Jn 3,17).

 

Desde Mambré hasta Nazareth, desde Jerusalén hasta Roma nos relata la Biblia muchas visitas de Dios a su pueblo. La visita del Hijo y la de sus apóstoles asume el riesgo de la recepción y del rechazo como una posibilidad de la libertad humana en el teodrama de la salvación.

 

1.2 Dios visita al ser humano para liberarlo y acompañarlo

 

En el lecho de muerte Dios visita al patriarca José, quien dice a sus hermanos: »Voy a morir, pero Dios vendrá ciertamente, a visitarme y les sacará  de esta tierra a la tierra que prometió a Abraham, Isaac y Jacob« (Gn 50,24). Este relato concluye el drama del Génesis y anticipa el tema pascual del Éxodo, en cuya trama Dios visitará a su pueblo en Egipto para liberarlo y conducirlo a la tierra prometida a los patriarcas. La traducción de la palabra „visitar” aparece también en Gn 18,14 y 21,1 y en 1Sam 2,21 en relación con la promesa cumplida en Sara y Ana respectivamente. El don de la maternidad prefigura la visita de Dios, para liberar a su pueblo. La liberación de Egipto marca la memoria histórica del pueblo y revela el amor de Dios como Padre, quien tiene un proyecto de salvación para el ser humano. La liberación de la esclavitud y el memorial de la Pascua son iniciativa de Dios, quien ve el sufrimiento de su pueblo y decide visitarlo (Ex 4,31).

 

La visita de Dios se orienta hacia dos objetivos principales: Dios visita a su pueblo, para liberarlo y para acompañarlo a la tierra prometida desde el tiempo de la Alianza. Desde los cielos desciende, para acercase a su pueblo, hasta hacerse uno de nosotros. Por consiguiente no se trata de una visita puramente humana reducida a un tiempo y a un lugar. Su visita revela su presencia constante en la historia de salvación mediante el diálogo con los seres humanos.

 

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