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2. Tomás de Aquino y Joseph Ratzinger

 

2.3 Planteamiento de la cuestión sobre la inmortalidad del alma

y resurrección de los muertos según Joseph Ratzinger

 

 

Este ensayo trata a cerca del planteamiento de la cuestión teológica con relación a la doctrina contemporánea sobre la resurrección. El punto de partida ratzingeriano es la polémica teológica sobre el gran malentendido acerca de la inmortalidad del alma durante las últimas décadas dentro del contexto del pensamiento cristiano. En este contexto menciona Ratzinger las siguientes ideas fundamentales: la separación dualista de alma y cuerpo, la doctrina bíblica sobre la resurrección del ser humano íntegro y su absoluta indivisibilidad, la importancia de la doctrina en torno al alma dentro de la tradición cristiana entre otras.

 

Según Ratzinger procede el correcto planteamiento de la cuestión más bien de la hermenéutica que del puro biblicismo y que de otros intentos radicales. Ratzinger se interesa especialmente por una nueva concepción del tiempo y por una nueva comprensión de la corporalidad. Con referencia a la temporalidad opina Razinger, que hay las siguientes alternativas: tiempo fisicalista, ningún tiempo y una otra especie peculiar de temporalidad del espíritu para los seres humanos resucitados. Ratzinger critica la tesis sobre la resurrección en la muerte misma, porque dicha tesis supone solamente la alternativa entre tiempo fisicalista y ningún tiempo. Contra ello defiende Ratzinger la tesis sobre el estadio intermedio. A consecuencia de ello conjetura él, que la muerte y la expresión „fin del tiempo“ ciertamente significan ni intemporalidad ni ningún tiempo.

 

La crítica de Ratzinger a la tesis sobre la resurrección en el mismo evento de la muerte consiste en las dos siguientes cuestiones: ¿Estriba esta tesis sobre presupuestos  filosóficos aventureros? ¿Hay quizá otras alternativas a parte del tiempo fisicalista y aparte de ningún tiempo? Con respecto a aquella primera pregunta cree Ratzinger, que tanto el rol de la corporalidad como también el valor de la materia y del alma llegan a ser escasamente tomados en consideración. En refrencia a esta última pregunta defiende Ratzinger la tesis sobre una especie peculiar de temporalidad del espíritu para los seres humanos resucitados, pues la muerte significa en cierto sentido un comienzo temporal.1 Es decir después de la muerte ingresa cada ser humano en el tiempo peculiar del espíritu, en la eternidad iniciada y en la culminación de la historia. Según Ratzinger supone la presunta eternidad „intemporal“ o sin tiempo un platonismo caricaturesco.

 

En este contexto parece según Ratzinger, que la resurrección de Jesús al tercer día y la asunción corporal de María a la gloria celestial ya de hecho acaecidas son ciertamente excepciones. Aún así debe esclarecer Ratzinger, por qué el evangelio de Mateo asevera lo siguiente: «καὶ τὰ μνημεῖα ἀνεῴχθησαν καὶ πολλὰ σώματα τῶν κεκοιμημένων ἁγίων ἠγέρθησαν» (Mt 27, 52) es decir en buen castellano «también los sepulcros eran abiertos y muchos cuerpos de los santos que estaban dormidos eran resucitados». ¿Por qué dichos seres humanos fueron ya resucitados? Por lo demás supone la crítica de Ratzinger a la tesis sobre la resurrección en el mismo evento de la muerte, cuya temporalidad en el más estricto sentido es cualitativa y antropológica, incorrectamente fisicalistas y cuantitativas connotaciones. A consecuencia de ello hay un malentendido.

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1   Cfr., RATZINGER, Joseph, Eschatologie. Tod und ewiges Leben (Friedrich Pustet, Regensburg 19785), 97.

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