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2. Tomás de Aquino y Joseph Ratzinger

 

2.1 Objeciones contra la resurrección y su refutación

según Summa contra gentiles (lib. IV, cap. 80-81)

 

Según Tomás llega a ser requerida la resurrección de la carne mortal en razón de la unidad originaria del alma inmortal con el cuerpo humano, ya que el alma se deja definir esencialmente como forma substancial del cuerpo. La perfecta felicidad eterna del ser humano es posible si y sólo, si el ser humano íntegro recibe dicha felicidad, es decir, sin separación de alma y cuerpo. Además exigen la recompensa eterna y el castigo eterno del ser humano resucitado la unidad de su alma y de su cuerpo.

 

2.1.1 Objeciones

 

1) A causa de la muerte pierde cada ser humano su identidad numérico-corporal y los elementos fundamentales de su respectivo cuerpo llegan paulatinamente a ser disueltos en la nada. 2) La identidad numérica del ser humano no puede resucitar, porque varios principios esenciales del ser humano llegan a ser aniquilados a consecuencia de su muerte. Por ejemplo: su corporeidad, su forma mixta y su humanidad. 3) La muerte es la aniquilación de la existencia de cada ser humano y consiguientemente de su identidad numérica.

 

4) El resultado de una resurrección exhaustiva de las partes íntegras del cuerpo y de su materia completa tendría una magnitud indecente. 5) ¿Con quién se identifica numéricamente la carne del ser humano, la que ha sido comida por caníbales? ¿Quién llega a ser propiamente resucitado en este caso? 6) No hay causa agente natural, la que pueda efectuar la resurrección conjunta de todos los seres humanos. 7) Quien de hecho no cree en Cristo o por lo menos en Dios, no puede tampoco llegar a ser resucitado.

 

2.1.2 Refutación

 

Aunque la resurrección de la carne solamente es posible a causa del poder de Dios en el sentido más estricto, es ella en cierto sentido en razón de la unidad originaria del alma con el cuerpo algo natural.

 

1) Cada ser humano muere sin duda en razón de su finitud y ninguna operación de la naturaleza puede restablecer su identidad numérica. No obstante es capaz el poder de Dios de restablecer la identidad numérica del cuerpo humano aniquilado.

 

2) El alma racional y la materia individual son dos principios esenciales, los que en ningún caso llegan a ser aniquilados a consecuencia de la muerte del ser humano. Ambos principios son suficientes para el fundamental restablecimiento corpóreo de la identidad numérica de cada ser humano resucitado. Aunque la forma accidental de la corporeidad de cada ser humano llega a ser aniquilada a consecuencia de su muerte, permanece la forma substancial del cuerpo humano idéntica. O sea no llega la forma substancial del cuerpohumano a ser disuelta en la nada. La identidad numérica de cada ser humano incluye tanto sus principios esenciales en acto como también sus principios de individuación en potencia, es decir tanto la forma o alma („anima rationalis) como también la materia o cuerpo („individualis materia“) de cada ser humano. A causa de ello requiere la resurrección de cada ser humano numéricamente idéntico la resurrección de su respectivo cuerpo.

 

3) El sujeto, del que se predica la materia y la forma, es el mismo, pues ellos son coprincipios del ente compuesto. Dicho sujeto permanece en el alma („forma“), si el cuerpo („materia“) del ser humano llega a ser disuelto por la muerte. Por tanto no hay en el sentido más estricto aniquilación del sujeto humano, cuyo cuerpo numéricamente idéntico llega a ser resucitado.

 

4) La resurrección del cuerpo no es un restablecimiento exhaustivo de todas las partes íntegras y de su materia completa, sino solamente un restablecimiento fundamental corpóreo de la identidad numérica de cada ser humano resucitado. A consecuencia de ello requiere la resurrección del cuerpo solamente «tanto de ello cuanto sea suficiente para complemento de la cantidad debida». Ante todo deberían las perfecciones humanas de cada individuo llegar a ser recuperadas en virtud de la resurrección del respectivo cuerpo.

 

5) La carencia de partes materiales del cuerpo no significa una pérdida de la identidad numérica de cada ser humano. Por ello conservan los seres humanos comidos por caníbales su identidad numérica, si ellos llegan a ser resucitados. Por esta razón recuperan dichos seres humanos por la resurrección principalmente sus perfecciones humanas.

 

6) Aunque Dios es la causa agente y causa final sobrenaturales de la resurrección, son las causas material y formal naturales de la resurrección respectivamente la orientación natural del cuerpo hacia la unidad con su alma inmortal y la forma humana recuperada del cuerpo resucitado.

 

7) El Hijo de Dios crucificado y resucitado ha restablecido en efecto en general la naturaleza humana en potencia, pero cada ser humano recibe la resurrección en acto solamente por la fe.

 

Aunque la interpretación tomasiana de la doctrina cristiana sobre la resurrección es más bien metafísico-especulativa que vivencial, puede dicha doctrina con ayuda de la filosofía del discurso y del personalismo llegar a ser interpretada en un sentido más comunicativo y vivencialmente más significativo que la propuesta tomasiana.

 

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