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2. Tomás de Aquino y Joseph Ratzinger

 

2.4 El despliegue en la teología de la doctrina

sobre la inmortalidad del alma según Joseph Ratzinger

 

 

1) Respecto a la herencia de la Antigüedad enfatiza Ratzinger las contribuciones de Platón, Aristóteles y Plotino a la doctrina sobre la inmortalidad del alma. Según la interpretación ratzingeriana no representa la Filosofía de Platón teóricamente un dualismo antropológico, es decir una separación de cuerpo y alma, ya que la meta última de Platón es la unidad integrada por la diversidad del cuerpo y del alma.1 Aunque Pitágoras y Empédocles separaron la homérica unidad originaria de cuerpo y alma, transfiguró Platón filosóficamente esta doctrina religiosa por medio de su teoría de la justicia. Por ello fue transformado el arquetipo antropológico integrado por tres elementos en la unidad intrínseca del ser humano y llegó a ser orientado por Platón hacia la unificadora articulación de la teoría sobre la justicia. El punto de partida de esta teoría es el contexto religioso de la antigua teoría sobre la inmortalidad.

 

Aristóteles define el alma como forma substancial del cuerpo. Es decir el alma está unida con un principio orgánico y material. Según Ratzinger es esta concepción de la unidad del ser humano antidualista, impersonal y desmitificada. La doctrina de Plotino sobre las tres substancias (ἕν, νοῦς, λόγος) es tanto una cosmología como también una teología y una antropología, las que tienen connotaciones espirituales y míticas.

 

2) El concepto de alma, el que ha sido reelaborado por el pensamiento cristiano, es algo completamente nuevo frente a la mentalidad griega de la herencia filosófica antigua. Este nuevo concepto define el alma de la siguiente manera: El alma es espíritu inmortal, substancia formal y forma substancial del cuerpo de la persona humana. El alma posibilita, que cada ser humano sea una persona irrepetiblemente única y un espíritu sostenido por Dios en la inmortalidad. A consecuencia de ello es la inmortalidad del alma humana en absoluto nada puramente substancialista y debido a la propia naturaleza humana, sino un don gratuito de Dios.

 

La unidad antropológica de cuerpo y alma es inseparable, porque el cuerpo es el alma visible y el alma es el cuerpo invisible. Aunque este concepto cristiano de alma es completamente original, no renuncia él a la herencia antropológica del pensamiento filosófico griego y teológico hebreo. Este concepto procede de la Cristología y Antropología bíblica, de las concepciones de la Iglesia antigua y del „aristotelismo platonizante“ de Tomás.

 

3) En razón del don gratuito de Dios recibe la inmortalidad debida a la propia naturaleza humana un carácter dialógico, pues la gracia es un abrazo redentor de Dios. Él extiende sus brazos y rescata al ser humano desde el poder de la muerte por Cristo. A causa de ello llegan los seres humanos con ayuda de la resurrección a ser llamados al amor dialógico de Dios y al conocimiento de Dios junto con el mundo creado.

 

4) La inmortalidad del alma humana no es conquista debida a la propia naturaleza humana, sino un don de Dios. A consecuencia de ello puede el hombre en efecto participar en la naturaleza inmortal con ayuda de la gracia de Dios, pero la naturaleza inmortal del alma humana es una participación recibida gracias al Creador. A causa de su inmortalidad participada es nuestra alma capaz de amar, de relacionarse y capaz de conocer la verdad. El alma humana es esencialmente referencia dialógica a Dios. Es decir el alma es la capacidad de relación personal con Dios, el que es el origen de toda verdad y amor. Si los seres humanos llegan a ser resucitados por Dios, llegan ellos a ser rescatados para siempre de su aversión a las relaciones interpersonales.

 

5) Los tres siguientes aspectos son propiedades características de la doctrina cristiana sobre la resurrección del cuerpo: a) La referencia dialógica del ser humano a Dios es el fundamento antropológico de su inmortalidad participada por la gracia de Dios. b) La resurrección del cuerpo humano significa resurrección de la totalidad y unidad de la persona. c) El carácter dialógico de la resurrección supone una comunidad de redención, la que incluye también la creación entera.

 

6) La interpretación ratzingeriana de la antropología platónica es filosóficamente cuestionable. Otras antropologías, las que claramente distiguen tres dimensiones humanas,2 parecen ser mas plausibles que la antropología ratzingerina afín a Platón. La perspectiva dialógica de Ratzinger puede llegar a ser mejorada con ayuda del personalismo y de la filosofía del discurso.

 

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1     Cfr., RATZINGER, Joseph, Eschatologie. Tod und ewiges Leben (Friedrich Pustet, Regensburg 19785), 121.

2  Estas antropologías utilizan por ejemplo la siguiente terminología: 1) exterioridad antropológica, corporalidad, cuerpo, encarnación, carne, corporeidad, corpus, materia, ὕλη, σῶμα, σάρξ, basar/בּשׂר, sthula sarira“, „buddha kaya“, „ching entre otros. 2) Interioridad antropológica, intimidad, animar, animación, alma, anima“, „forma, μορφή, ψυχή, nephesh/נפש, conscientia, ch’i entre otros. 3) Y autotrascendencia antropológica, espiritualidad, spiritus, πνεῦμα, ruach/רוח, suksma sarira, shen.

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