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Quinta escena

Apología de Brünnhilde

 

 

(Con el telón cerrado, sale Brünnhilde y Sieglinde por el centro del proscenio hacia el frente)

 

Brünnhilde: (Taciturna:)

¡Nunca habían estado tan cerca Dios y el odio!

(Abraza a Sieglinde).

No temas... Te protegeré.

 

Sieglinde: (Se estremece y, por fin, la angustia le deja balbucear:)

No es necesario. Yo ya estoy muerta. Todas mis esperanzas murieron con Siegmund.

(Gime desmorecida).

 

(Entra Donner por el extremo derecho de la cortina y desconcertado pregunta:)

 

Donner: ¿Cuál es la causa de tanta agitación? ¿Quién es esa mujer, Brünnhilde?

 

Brünnhilde: Es Sieglinde... Llora por la muerte de Siegmund. Y yo,... Donner,... huyo de la ira vengadora de Wotan, el dios de los ejércitos.

 

Donner: ¿Y cuál es el crimen que cometiste, tú..., la predilecta y fiel hija de Wotan?

 

Brünnhilde: ¡Le traicioné!... Yo..., que había sido siempre la mismísima voluntad del dios supremo.

 

Donner: Es la primera vez que una diva guerrera como tú, huye y es perseguida.

 

Brünnhilde: Donner, préstame tu corcel más veloz para poner a salvo a Sieglinde en el corazón del bosque de los abetos encantados.

 

Donner: ¿En el bosque de los abetos? ¿Estás delirando? En esa jungla habita Fafner... en forma de dragón salvaje, resguardando en una gruta, el tesoro del abismo con el poder del anillo maldito de Alberich. ¡Ése no es un refugio seguro para Sieglinde!

 

Brünnhilde: Sólo ahí estará a salvo de la ira encarnizada de Wotan, porque mi padre nunca se atrevería a enfrentar directamente el poder de Fafner.

 

Sieglinde: (Sollozando:)

Lo único que deseo es morir. Quiero que mi cuerpo yazga junto al cadáver de Siegmund. Dejen que Wotan me asesine.

 

Brünnhilde: (La interrumpe:)

¡No, Sieglinde! ¡Debes vivir! Ése fue el deseo de Siegmund antes de morir. El hijo suyo que gestas en tu vientre debe ser guarecido... Y cuando nazca será la prenda más preciosa que Siegmund te regaló al entregarte también la libertad.

 

Sieglinde: (Se conmueve y recupera el coraje para vivir:)

¡Salvaré a mi hijo por Siegmund! ¡Protégeme,... Brünnhilde!

 

Brünnhilde: Serás la madre del héroe más valeroso del mundo.

(Toma el morral bucólico y se lo entrega a Sieglinde:)

Dentro están los fragmentos de la espada de Siegmund. Wotan la destrozó. Sólo el hombre más valiente del mundo, que nunca haya sentido temor, será capaz de volverla a forjar. Cuando nazca... le llamarás Siegfried, el valeroso hijo de Siegmund y Sieglinde, los hijos gemelos de Wotan.

 

Donner: (Ávidamente conmovido:)

Cuando Siegfried forje la espada de su padre reconquistará con ella el anillo que una vez le arrebatamos, yo y Wotan, a Alberich en el abismo. Y será el héroe más poderoso porque en su dedo anular portará el anillo, y con sus manos empuñará la espada.

 

Sieglinde: (Con resolución:)

Por Siegmund salvaré a mi hijo Siegfried.

 

Brünnhilde: ¡Entonces,... huye pronto! Mientras tanto, buscaré la forma de entretener a Wotan para que su ira sanguinaria no te alcance.

 

(Sieglinde sale corriendo por el extremo derecho del proscenio, desciende por las escaleras y se oculta al traspasar la puerta derecha del anfiteatro).

 

(Cuando Wotan entra por el extremo derecho del telón, Brünnhilde se encuentra detrás del dorso de Donner).

 

Wotan: (Colérico y agitado:)

¡A un lado Donner!... ¡Voy a castigar a Brünnhilde!

 

Donner: (Protegiendo a Brünnhilde detrás de sí mismo:)

Serena tu ánimo, Wotan... Obra con inteligencia. Que tu ira desbocada no te encoja el cerebro.

 

Wotan: No necesito tus consejos, sagaz Donner. Tu astucia no impedirá que mi ira estalle contra Brünnhilde. Apártate de ella tal como ella denigró su propia dignidad de diva fiel.

 

Donner: Si le haces daño a Brünnhilde sólo precipitarás el ocaso de los dioses. Tras ella iremos cayendo uno tras otro... ¡Tú también Wotan!

 

Wotan: ¡Es cierto!... Pero las mujeres caerán primero porque su femenina estirpe porta un corazón débil. ¡Ven frente a mí, Brünnhilde! ¿Acaso yo te inculqué un talante tan cobarde y tremebundo?

 

(Se abre el telón. En el fondo escenográfico aparece la cima de una montaña rocosa. En el centro del escenario hay un tálamo oval de rocas lajas rodeado por una estructura natural de escalones escarpados con veladoras sin encender, y en la parte más extrema un conducto de gas para controlar el  fuego).

 

Brünnhilde: (Sale al frente con dignidad y nobleza:)

¡Aquí estoy!... ¡No te temo!

(Donner intenta cubrirla pero Brünnhilde lo rechaza).

 

Wotan: Eras mi voluntad, y te has rebelado; obedecías mis órdenes, y has querido trastocar el decreto divino; eras mi guerrera consentida, y me has declarado la guerra hostigando a mis hijos gemelos contra mí. Te cobraré un alto precio por tu insurrección. Desde ahora dejas de ser mi hija. Diva fuiste; desde hoy, no lo serás jamás. Serás un simple y débil mujer.

 

Brünnhilde: No me avergüenza ser lo que siempre he sido.

 

Wotan: No,… Brünnhilde,... no has entendido...

(Cortantemente:)

...suficientemente. Quedas expulsada de las huestes guerreras y depuesta de la estirpe divina. Serás la diva derrocada. Desde ahora,... nada te ata a mi corazón. Ya no te quiero. ¡Estás proscrita!... ¡No quiero volverte a ver... maldita!

 

Donner: (Intentando menguar el patetismo de Wotan:)

¡Estás exagerando, Wotan! Modera tu castigo.

 

Wotan: (Terminantemente:)

¡Donner!... ¡Cállate! ¡No intervengas!

 

Brünnhilde: Aunque me arrebates casi todo lo que tuve me quedo con lo mejor: seguiré siendo mujer, y algún día seré capaz de amar sinceramente, sin la senil ambición de los dioses.

 

Wotan: Quedas desterrada aquí en la montaña, donde voy a abandonarte. El sueño te dejará indefensa. Quien te despierte te dominará. Y el amor te cegará dejándote esclavizar por cualquier cobarde.

 

Donner: ¡Qué vergüenza atroz para los dioses!... ¡Una diva será deshojada por un cobarde!

(A Wotan:)

¡Será el oprobio de tu mismo linaje, Wotan!

 

Wotan: (Terminantemente:)

¡Donner! ¡Lárgate!..., ¡o compartirás su misma suerte!

(Donner se va abatido)

(A Brünnhilde, enfurecido:)

Aprenderás a obedecer a tu dueño, como esclava de su hogar. Sufrirás el escarnio de tu pisoteada dignidad... Y tu felicidad dependerá de su falo.

 

(Brünnhilde se postra humillada a los pies de Wotan con el rostro frente al polvo. Gime).

 

Brünnhilde: (De rodillas le suplica a Wotan:)

¡Padre!... ¿Acaso no vas a compadecerte de mí?

 

Wotan: Tu rebeldía es irreversible. Jamás podría confiar en ti nuevamente. Ya no eres mi hija predilecta ni mi consejera confidencial. Ya no te quiero.

 

Brünnhilde: Sólo obedecí ciegamente tu primer fallo.

 

Wotan: (Cortantemente:)

¡Severamente te lo prohibí!

 

Brünnhilde: Desdeñé tus palabras porque ellas traicionaban tu voluntad. Tu corazón inconscientemente anhelaba la victoria de Siegmund.

 

Wotan: (Impávido:)

Algunas veces debo dar órdenes y obrar contra mi voluntad.

 

Brünnhilde: Entonces,... esas veces te has traicionado a ti mismo...

(Una pausa ceremoniosa:)

Yo sólo quise ser fiel a tu corazón.

 

Wotan: ¡Brünnhilde!... A veces tengo que luchar y vencerme a mí mismo,... incluso apagando la llama del amor en mi gélido corazón. Esa es una consecuencia de la maldición de Alberich.

 

Brünnhilde: ¡Mi perdición fue atreverme a defender el amor,... a quien tu amabas,... para que tu amor no se extinguiera!

 

Wotan: Si al defender mi amor me desobedeciste,... ¡vé tras el amor del hombre cobarde que te dominará, chiquilla bravía e insolente!

 

Brünnhilde: Si cuando aprenda a amar, seré dominada, entonces... ¡acepto mi castigo! Pero te suplico que no sea un cobarde quien me someta a sus caprichos.

 

Wotan: ¡Serás la ignominia de mi mórbida estirpe!

 

Brünnhilde: No todo está perdido, ¡te lo aseguro!... El héroe más augusto nacerá de Sieglinde, que fue fecundada por Siegmund.

(Le suplica:)

¡Resguarda a la madre y al niño!

 

Wotan: No esperes que los proteja. Sin armas prodigiosas perecerán fácilmente.

 

Brünnhilde: Le entregué a Sieglinde los restos de la espada que tú despedazaste con furia.

 

Wotan: Nadie podrá forjarla de nuevo.

 

Brünnhilde: Lo hará el hombre más valeroso,... quien nunca haya sentido temor ante nada. El mismo que reconquistará también el anillo después de asesinar a Fafner con la espada.

 

Wotan: ¡Va!... Eso me tiene sin cuidado. Antes sufrirás el castigo por traicionarme.

 

Brünnhilde: Si con ello puedo redimir en mí el amor que extirpaste de tu corazón, entonces estoy dispuesta a renunciar a mi condición divina y a anonadarme.

 

Wotan: El sopor del sueño te dejará indefensa en la montaña, y el primero que te despierte te dominará. Serás una simple mujer sumisa.

 

Brünnhilde: ¡Que se cumpla tu voluntad!... Pero... rodea mi tálamo rocoso con un fuego inextinguible para que no sea cualquier cobarde el primero que me despierte. 

 

Wotan: Aunque me parece una concesión improcedente, cuenta con ella. ¡Que sea ese fuego mi último adiós a la hija predilecta que renunció a su noble estirpe.

 

Brünnhilde: ¡Nunca más podrás volver a amar, Wotan!... Al derrocarme, se consume en ti la última gota de la fuente del amor.

 

Wotan: Te recordaré como Brünnhilde, la diva derrocada.

 

Brünnhilde: (Con nostalgia por el castillo de Wotan y por el edén de los dioses:)

Me dirijo trémula hacia un mundo donde:

(Continúa su intervención cantando:)

 

[Música de «We Are the Champions» por Freddie Mercury]

 

Brünnhilde: ...Hay timidez

artificial,

adormeciente                           

como la luz boreal.                  

 

Wotan: (Alude a la rebelión de Brünnhilde:)

Por avidez

me desafió

sin acceder, bravía e insolente,        Brünnhilde: Sin acceder, bravía e insolente,

raudal sin control.                                                   caudal sin control.

                                                          

Wotan: (Iracundo:)                                       Coro

Maldigo mi prole.                              Bajos y Medios: Malditos honores,

                             ¡ole prole!, ¡ooh!

Brünnhilde: Malditos honores,                                  Altos: La, mi, do, si, sol, re,

¡ole prole!, ¡ooh!                                              sol, re, sol bemol.

 

Brünnhilde: Ciertos repudios también

al amor calcinan con desdén;               Wotan y

son como incendios...                           Coro: Son como incendios...

vanos dispendios,                                            vanos dispendios

nimios derroches                                              son tus reproches

con fieros reproches                                         por acres fastidios,

contra Dios                                           Altos: con furor.

 

Brünnhilde: Que atraquen mi voz

armas de aerosol,

Wotan: embrujo infiel, infarto con frenesí precoz,              

viento y sol.

 

Brünnhilde: Pero a mí no me destroces
suple mi cruz.

Wotan: Al considerar tus males mejor dejo mi embriaguez

en un túnel sin luz.

                                                                      

Wotan: (Jactándose:)                                    Coro

Maldigo mi prole.                              Bajos y Medios: Malditos honores,

                             ¡ole prole!, ¡ooh!

Brünnhilde: Malditos honores,                                  Altos: La, mi, do, si, sol, re,

¡ole prole!, ¡ooh!                                              sol, re, sol bemol.

 

Brünnhilde: Lidiar disturbios de hiel,

sin antes mofarse por lo cruel...            Wotan y

en los suburbios                                               Coro: En los suburbios

dioses soberbios                                               dioses soberbios

pugnan feroces                                                 pugnan feroces

por negocios turbios,                                        por negocios turbios

con pavor.                                              Altos: sin rubor.

 

Brünnhilde: Mi inocencia se fue

hurtando la infancia de mi piel;                       Wotan y

dejó silencios,                                       Coro: Dejó silencios,

varios cansancios,                                            varios cansancios,

grescas atroces                                                 grescas atroces

y cuánta violencia                                            y cuánta violencia

sin amor.                                                 Altos: contra Dios

 

(Termina la pieza musical. Wotan y Brünnhilde se miran luctuosamente a los ojos, y continúan sin cantar).

 

Wotan: Con este beso te despojo de tu condición divina...

 

Brünnhilde: ...Y con el mismo beso renuncio a ella...

 

Wotan: ¡Dime adiós!

 

Brünnhilde: ...Y le digo adiós a dios.

 

(Wotan besa la frente de Brünnhilde, y con los labios cierra sus ojos. Brünnhilde, vencida por el sueño, se desvanece en los brazos de Wotan. Éste la carga en sus brazos, camina hacia el tálamo rocoso, la recuesta, cubre su pecho con el insigne escudo de Brünnhilde y su cara con el yelmo. La mira por última vez, primero con dulzura y después con amargo dolor. Wotan enciende la punta de su lanza. Con ella inflama cada veladora y, al final, circunda el tálamo de Brünnhilde con el fuego inextinguible. El fuego se disipa con resolución. Cae lentamente el telón).

 

 

 

 

 

 

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