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Segunda escena
 
Cerca del palacio, en el edén de los dioses

 

 

 

 

(Se abre lentamente el telón. Al fondo un elíseo palacio construido en la cima de un exótico acantilado rodeado por el edén de los dioses donde sobresale el vergel de las manzanas de oro. Wotan y Freia se encuentran recostados en el césped. Fafner, el gigante, entra intempestivamente a escena; viene descendiendo desde el palacio. Habitualmente Wotan sostiene la jabalina de la justicia con una de sus manos a lo largo de toda la obra).

 

Fafner: ¡Wotan!, la construcción del glorioso palacio para los dioses está terminada. Paga tu adeudo.

 

Wotan: (Sorprendido se levanta).

Aunque el palacio luce elíseo, no puedo cumplir el contrato. No te entregaré a mi hermana Freia.

 

Fafner: ¿Acaso traicionarías tu propia palabra? ¿Por qué te retractas ahora de tu promesa? ¡Wotan, dios embustero y traidor!

 

Wotan: ¿Cómo pudiste creer literalmente en mi propuesta? Si te entrego a Freia, ¿quién cultivaría las manzanas de oro que son nuestro alimento? Sólo ella es idónea para hacerlo. Sin las manzanas de oro perderíamos nuestra eterna juventud, la belleza y la libertad.

 

Fafner: Eso no me importa. Me llevaré a Freia por la fuerza. No estoy bromeando.

 

(Fafner toma violentamente a Freia del brazo e intenta raptarla. Freia le reclama a Wotan).

 

Freia: ¿Cómo te atreviste a utilizarme como carnada de tus viles intereses?

 

Wotan: (A Freia:)

No es ruin desear un palacio suntuoso que sea icono de nuestro linaje regio.

(A Fafner:)

Y tú, ¿acaso tomaste en serio lo que acordamos entre bromas? ¡Vamos! Pide otra recompensa.

 

Fafner: Yo jamás estuve bromeando. Perdiste a tu hermana y, con ella, la eterna juventud  y la libertad.

(Jaloneando a Freia:)

¡Ven conmigo!

 

Freia: ¡Suéltame, asqueroso! ¡Donner! ¡Auxilio!

 

Donner: (Irrumpe amenazando violentamente a Fafner con un mazo).

¡A un lado! ¡Libera a mi hermana!

 

Wotan: ¡Detente, Donner! Podemos arreglar esto sin precipitaciones violentas. Busquemos juntos una solución inteligente. ¡Ven acá, Donner !

 

Freia: ¡No me abandones, noble hermano!

 

Wotan: (Donner se acerca y Wotan le indica en privado:)

Ahora sí... ostenta tu astucia en este momento.

 

Donner: De acuerdo... Tengo un plan. ¡Verás! En el abismo vive un enano llamado Alberich, que ha sometido a todos los duendes con el poder de su anillo mágico después de haberlo forjado con el oro que les robó a las Ninfas del Rin. Si le arrebatamos el anillo también podremos sisarle el resto de su tesoro, y convencer a Fafner de que lo acepte a cambio de Freia.

 

Wotan: Me gustaría quedarme con el anillo, así me sería posible ejercer el poder absoluto desde mi suntuoso palacio. Pero,... ¡para ello tendría que renunciar al amor!

 

Donner: No hay ningún problema. El enano ya lo hizo antes que tú, por eso pudo forjar el anillo.

 

Wotan: Entonces..., la decisión está tomada. Procede.

 

Donner: (A Fafner:)

Escucha nuestra propuesta.

 

Freia: (Con altivez:)

Espero que esta vez no sea a costa mía.

 

Donner: Sé que ya no confías en Wotan,... por eso ahora empeño mi propia palabra.

 

Fafner: Te escucho.

 

Donner: Te entregaré todo el oro de los duendes del abismo para rescatar a nuestra hermana.

 

Fafner: De acuerdo, pero sólo si me entregas hasta la última sortija de ese tesoro.

 

Freia: Si el trato está hecho, entonces ahora soy libre.

(Con arrogancia:)

¡Apártate de mí! No me toques.

 

Fafner: No te apresures. Es demasiado pronto para que reclames tu libertad.

(A Donner con puntualización lacónica:)

Antes..., quiero el tesoro.

 

Donner: Vamos por él sin demora. Descenderemos hasta el abismo.

 

(Wotan y Donner salen de prisa por la derecha).

 

Freia: Quiero acompañarles.

(Intenta zafarse).

 

Fafner: (Constriñéndola:)

Tú te quedas, eres mi rehén.

 

(El telón cae con precipitación).

 

 

 
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