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Primera escena

Hogar de Hunding, el raptor de Sieglinde

 

 

(El interior del hogar de Hunding. Una sala con puertas en ambos extremos. La puerta derecha, colocada fuera del telón junto a las escaleras del proscenio, funciona como acceso a la casa; al fondo, la puerta izquierda comunica con una habitación. A mitad de la pared trasera hay una chimenea encendida, y en el centro del escenario un imponente tronco de roble con una espada nórdica hundida hasta la empuñadura).

 

Siegmund: (Con el telón cerrado, extenuado y jadeante entra por la puerta derecha).

¡Denme agua! ¡Tengo sed!

(Rendido se tira de bruces).

 

Sieglinde: (Con una jícara entre sus manos, sale al frente por el centro de la cortina y le da de beber. Al ver su rostro dice sorprendida:)

Pensé que eras Hunding, mi esposo. ¿Quién eres tú? ¿De dónde vienes?

 

Siegmund: (Todavía recostado en el piso:)

Soy Siegmund, el hombre más desdichado. Un lobezno fiero descendiente de Wotan, el dios supremo. Wotan urdió un plan para escapar de la maldición del anillo de Alberich. Para realizarlo sedujo a mi madre engendrando en ella un varón y una mujer gemelos. Al ser engendrados los dos fuimos despojados de nuestra condición divina originaria, y nacimos completamente humanos. Esa fue la condición para escapar de la maldición de Alberich: «sólo un ser humano» podía redimir a los dioses de su maleficio.

 

(Recuperándose lentamente del cansancio:)

Cuando éramos niños, un hombre asesinó a mi madre y raptó a mi hermana gemela, a la que tanto amaba. Wotan, mi padre, no debía ayudarme a buscarla. Yo tendría que encontrarla «sin ayuda ni gracia alguna de los dioses», según la maldición del enano. Desde entonces la he estado buscando. Como lobezno errante, a veces tengo que afrontar luchas violentas con otros hombres. Hoy mismo quedé extenuado porque en el combate rompieron mi escudo y mi lanza. Así, tuve que huir hasta llegar a tu hogar, gentil mujer...

 

(La ve a los ojos y reacciona).

...Ni siquiera me has dicho tu nombre y, sin embargo,... tu rostro me parece conocido. 

 

Sieglinde: (Con viva emoción le abraza, sin contener alguna lágrima:)

Soy Sieglinde, ¡tu hermana gemela!, a quien tanto has buscado. Vivo con Hunding, el hombre que me raptó y después me desposó. Siegmund, ¿te imaginas la tortura de vivir por la fuerza con un hombre al que no amo?

 

(Se abre súbitamente el telón dejando visible la escenografía interior del hogar).

 

Siegmund: (Restablecido completamente por la noticia se pone de pie con vigor).

¡Sieglinde!, la mujer que siempre he amado...

(Le toma tiernamente de las manos y besa su frente).

Durante largos años he anhelado contemplar tu mirada cándida y tocar tus afables mejillas. ¡Cuánto te amo!

 

Sieglinde: ¡Y yo a ti!

(Sonríen complacidos).

 

Siegmund: (Con resolución:)

Voy a liberarte de Hunding, tu raptor. No volverás a ser humillada por ese mercenario. Te llevaré conmigo y nos amaremos hasta la muerte.

 

Sieglinde: Siegmund, no tienes armas para defenderte.

 

Siegmund: Y, ¿qué importa? Mis puños y el amor por ti bastan.

 

Sieglinde: No,... no bastan. Wotan, nuestro padre, reservó algo para este momento.

 

Siegmund: ¿Wotan?

 

Sieglinde: Sí. El día de mi boda con Hunding vino Wotan a esta casa disfrazado como viajero. Difícilmente le reconocí. Ante todos los invitados sacó una espada nórdica y la blandió en silencio frente a mí. Después la clavó hasta la empuñadura en ese infrangible tronco de roble. Nos miró desafiantemente y dijo: «Esta espada le pertenece únicamente al hombre más fuerte». Después se fue. Todos intentaron arrancarla. Nadie ha podido, ni siquiera Hunding. Desde entonces, jamás cedió la espada. Todavía duerme silenciosamente en el tronco. Si tú eres el hombre más fuerte esa espada será para ti, y yo seré tuya.

 

Siegmund: (Le mira penetrantemente y le dice con énfasis:)

Tu amor me ha hecho más fuerte.

(Se dirige hacia el tronco y forcejea la espada con ambas manos. Al principio ésta se resiste, después cede completamente, y Siegmund la blande con gallardía y proclama victoriosamente:)

¡Wotan!, soy tu hijo. He conquistado la espada y la mujer que será la madre de mi hijo. Él será del linaje lobezno que tu engendraste. Mi hermana gemela será mi esposa, y nuestro vástago será a la vez sobrino e hijo. ¡Wotan!, esta espada la reservaste para mí como regalo nupcial. Como la extraje del tronco donde yacía, así arranco a mi hermana del hogar de Hunding y la hago mi mujer. En el mismo lecho donde él la deshonró a la fuerza, yo la consagro como reina de mi añorado hogar.

 

Sieglinde: ¡Después me iré contigo!

(Siegmund la carga entre sus brazos y se dirigen a la puerta de la habitación conyugal. Mientras camina pausadamente se cierra el telón con lentitud).

 

(Después de unos instantes pasa Hunding corriendo frenéticamente por fuera del telón de derecha a izquierda. Va persiguiendo a Sieglinde).  

 

Hunding: ¿Dónde éstas maldita? ¡Infeliz meretriz! ¿Por qué huiste?

 

(Inicia la persecución de Hunding tras las pistas de Sieglinde. Corre hacia la izquierda y se oculta en el extremo de la cortina).

 

 

 

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