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Tercera escena
 
En el abismo, reino de los duendes
 

 

 

 

(Con el telón cerrado, Wotan y Donner descienden por la gradería lateral del anfiteatro hasta el lóbrego abismo ubicado a la izquierda del escenario, en el sitio inferior del proscenio que parece la galería de una caverna sinuosa. Alberich se encuentra puliendo el anillo en la cámara donde se sitúa la fragua del abismo. Al centro de la escena un yunque y las herramientas típicas de la orfebrería. Además, un diablito de carga en uno de los costados. Se oyen golpes de mazos procedentes de las minas del abismo).

 

Alberich: (Fascinado por el fulgor del anillo).

¡Cuánto poder me has dado! ¡Y cuánto lo disfruto! Ahora todos los enanos trabajan para mí. Con cada excavación soy cada vez más rico. Dentro de poco conquistaré la superficie del orbe tal como he sometido a mi servicio el abismo. Con tanto oro seré también dueño del palacio de los dioses. Todos ellos serán mis marionetas. ¡Seré el cíngaro titiritero de los dioses!

(Deja escapar unas carcajadas mordaces animadas por la ambición. Mientras tanto, Wotan y Donner llegan al abismo).

 

Wotan: (Interrumpiendo el soliloquio de Alberich con hipocresía disimulada:)

¡Con que sí, eh, briboncillo! ¿Por qué tan festivo, duendecillo ambicioso?

 

Alberich: (Sorprendido y con temor de que sus planes hayan sido descubiertos:)

Porque es la primera vez que Wotan, el dios supremo, desciende al abismo. ¿Quién es tu compañero?

 

Donner: (Adelantándose sagazmente a la respuesta de Wotan:)

Soy Donner, su medio hermano y consejero... Y además, tu primo hermano y mejor amigo desde hoy.

(Ambos extienden los brazos pero ninguno da el primer paso para el saludo; al final Donner cede, se acerca a Alberich y le abraza con cierta cordialidad artificial).

 

Alberich: (A Donner con desconfianza:)

¿Y que tengo yo que mi amistad procuras?

(A Wotan:)

¿Qué se te perdió o qué te tengo guardado?

 

Wotan: Alberich,... hemos escuchado historias increíbles acerca de tus poderes mágicos, y queríamos maravillarnos con tus trucos ingeniosos.

 

Donner: Discutíamos acerca de tu habilidad para convertirte en un monstruo peligroso o en un tierno gatito. A fin de cuentas le aposté a Wotan que te sería casi imposible convertirte en...

(buscando las palabras adecuadas)

...un lindo rotoncito.

 

Alberich: (Con rabia incontenible sube al estrado:)

¡Mentirosos! Sé perfectamente cual es su principal motivo:

(Enfáticamente)

...¡la envidia!.

Ustedes quieren arrebatarme mi anillo. Y les demostraré de lo que soy capaz. Para mí no hay imposibles. Después quiero que se larguen.

(Solemnemente:)

¡Anillo poderoso, cumple mis antojos!

(El duende desaparece en la parte posterior del estrado, desde donde corre un ratoncillo).

 

Wotan: ¡Rápido! ¡Atrápalo y quítale el anillo!

 

Donner: (Corriendo tras él y cazándolo:)

Ya lo tengo. Aquí está el anillo.

(Inmediatamente, encierra al ratón en una trampa).

 

Wotan: Entrégame la sortija.

 

Donner: No puedo.

(Apretándola con frenesí dentro del puño:)

Se me ha incrustado en la palma de la mano.

(Jadeante y con los ojos desorbitados por la ambición).

¡Es mía, solamente mía!

 

(Wotan lo tumba de bruces, lo somete con la planta del pie y empuña la jabalina contra su espalda).

 

Wotan: O me la entregas o te mato. Tú eliges,... ¡ahora!

 

Donner: (Después de haberse rehusado varias veces:)

¡Está bien! Es tuya.

(Lanza la sortija al aire, girando como si fuera una moneda. Wotan la atrapa y se la coloca en el anular derecho).

 

Wotan: (Complacido:)

Ahora sí estamos bien.

¡Levántate! Regresaremos junto a Freia para liberarla. Busca el tesoro y cárgalo todo. Yo me llevaré al enano, o mejor dicho,...

(Con burla:)

...al lindo ratoncito.

(Toman lo acordado y se van).

 

 

 
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