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​​​​LA ESCLAVITUD DEL ESPEJO 1/2​

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​​​​​​​​​Si bien muchas mujeres ya en las sociedades democráticas se han liberado de la antigua esclavitud, que redujo sus roles sociales a la procreación y al hogar, muchas de ellas se han sometido con gusto a la seductora esclavitud del espejo. Dichas esclavitudes han sido ideologías impuestas por varones para instrumentalizar a las mujeres, como si ellas fueran únicamente progenitoras, trabajadoras domésticas y consumidoras de productos de belleza.

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A nosotros, los bien educados, nos parecen absurdos los mitos de la mujer maldita y descerebrada, cuya belleza pareciere su único recurso para conseguir el éxito.

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Misóginos han narrado sagas sobre la mujer fatal, peligrosa y maldita. De ello son claros ejemplos las nornas, que devanaban y trizaban el hilo del destino; las amazonas, que eran crueles guerreras; las erinias, que eran fuerzas locas y vengativas; Pandora, que fue origen de todos los males; Helena de Troya, por quien contendieron ejércitos en épicas batallas; Eva, que se dejó engañar y tentó a Adán; las sirenas, la Llorona, las brujas, meretrices y espías.​

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Schopenhauer propugna la tesis misógina sobre la mujer descerebrada con cabellos largos e ideas cortas. Este cliché simplista caracteriza a la mujer, como si ella fuera un voluble hervidero emocional y tuviera una mente irreflexiva. En siglos pasados llegó a ser supuesto, que una mujer inteligente era poco femenina. A consecuencia de ello las damas se portaban insulsamente para resultar atractivas.

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