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Artículos

​​​​SEXO DESVINCULADO 2/2​​

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Las décadas antepenúltimas del siglo XX estuvieron marcadas por las ocurrencias de una libertad desvinculada, la cual con ingenio trivializó el sexo y lo convirtió en un juguete. Se rompieron las amarras que unían la frágil barquita del sexo a las cálidas playas de la inteligencia, y la errabunda naufragó en los océanos de la superficialidad.

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No duró mucho la euforia. Las enfermedades sexuales fincaron su dique. El sexo desvinculado siempre exige factura, compra con tarjeta de crédito y paga intereses muy altos. El precio caro de la desvinculación sexual es la intimidad banalizada y la desencantada soledad.
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Ése es el desenlace del eros frívolo e indoloro sobre el escenario de un vacío sin amor. El sexo desvinculado se ha convertido en la decoración divertida para una habitación de un pseudo-soltero varado en los arrecifes de la irresponsabilidad; sin vínculos de sentido, como un verso suelto de un poema inexistente. En palabras de García Márquez: «El sexo es el único consuelo que queda cuando ya no alcanza el amor».

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