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1. ¿ES RAZONABLE SER ATEO?

Argumentos pro y contra la Ateo-logía

1.6 EXAMEN DE LOS ARGUMENTOS SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS

 

Sería de esperar que unos libros que sostienen el ateísmo dedicaran largas páginas a analizar los tradicionales argumentos sobre la existencia de Dios. Sin embargo, no sucede así. Generalmente apenas dedican unas páginas a este tema, muchas veces con gran ignorancia de la tradición filosófica y teológica que los precede. Harris, por ejemplo, da por sentado que el ateísmo es verdadero y se detiene poco en la argumentación. Dennett dice que en la discusión de los argumentos las ganancias son cada vez más reducidas pues la proposición que afirma que Dios existe «es tan prodigiosamente ambigua que, a lo sumo, expresa un conjunto desordenado de docenas, de cientos —o miles de millones— de posibles teorías distintas, muchas de las cuales, en todo caso, no contarían como teorías, pues son sistemáticamente inmunes a la confirmación o a la refutación»99 . — Los argumentos a favor la existencia de Dios Los nuevos ateos realizan un examen bastante superficial de las vías clásicas de argumentación a favor de la existencia de Dios. Dawkins, después de tratar en pocas páginas las pruebas tomistas, concluye que son «necias» pues todas implican una regresión infinita y asumen que Dios es inmune a la regresión100. Invocar a Dios como causa del mundo reenvía, según su opinión, a la cuestión de saber quién ha causado a Dios (es decir, por qué tiene que terminar en Dios la pregunta por una causa). Tanto Dawkins como Hitchens y Harris realizan la capciosa pregunta de quién hizo a Dios101 . El problema es que no comprenden lo que la tradición ha dicho sobre Dios como «Ipsum ese subsistens», como la existencia perfecta que no depende ontológicamente de ninguna otra. Por definición, Dios es el ser que tiene en sí la razón de su existencia. Dios no es una especie de causa natural. Incluso Thomas Nagel, que es ateo, critica a Dawkins precisamente en este punto: «Dios, sea lo que sea, no es un complejo habitante del mundo natural»102. La causalidad divina es de naturaleza totalmente distinta de la causalidad natural. Dios no entra en competencia con las causas naturales. Tampoco entienden que la pregunta radical no se refiere a cómo sean las cosas, sino a por qué existen103. Lo sorprendente —como dijo Wittgenstein— no es cómo es el mundo, sino que exista: es lo místico. Lo que conduce a Dios es el hecho mismo de que exista el universo. La cuestión última es por qué hay ser y no, más bien, la nada. Con razón dice el último Flew que no llegan a enfrentarse con ninguno de los temas implicados realmente en la existencia de Dios, pues lo reducen todo a una discusión de los argumentos. No se preguntan por el origen del universo, de la vida y de la conciencia104. No se puede responder a estas hablando simplemente de «un golpe de fortuna» (Dawkins). El punto central de su discusión con el teísmo se refiere al llamado «argumento del diseño», que erróneamente consideran como uno de sus núcleos. Dawkins y Hitchens se equivocan también al equiparar este argumento a la quinta vía tomista105. El fundamento de su crítica es que el orden del universo, en que se basa el argumento, no requiere la existencia de Dios, pues tiene una explicación naturalista en términos de selección natural. Con el fin de explicar el orden del mundo, Dawkins recurre a la idea de evolución como proceso acumulativo. La selección natural, procediendo gradualmente y por acumulación, es la razón de la diversidad del mundo. Cuando miramos con los ojos de Darwin —dice Dennett— advertimos que todo el maravilloso diseño del mundo tiene una explicación nada milagrosa: «un proceso algorítmico de diseño, no inteligente, masivamente paralelo, y, en consecuencia, prodigiosamente derrochador, en el que, sin embargo, los mínimos incrementos de diseño han sido utilizados económicamente, copiados y vueltos a copiar a lo largo de miles de millones de años»106 . Sin embargo, a pesar de la insistencia de los nuevos ateos, el recurso a la selección natural no resulta una explicación suficiente del mundo. La selección natural no prueba que no exista un diseñador; simplemente muestra que el diseñador no actúa directamente. La selección natural nos dice cómo han evolucionado los organismos vivos, pero no nos dice por qué (en sentido teleológico) ni tampoco por qué la selección natural actúa —instrumentalmente—como lo hace. Desde la base de la selección natural no se puede deducir que no hay Dios. Muchos autores observan que, en realidad, Dawkins pone el origen del mundo en manos del ciego azar, lo que da lugar a numerosos problemas107. Desde luego, su tesis no se puede presentar como una conclusión científica: estamos ante una postura filosófica108. El profesor Dawkins se revela como lo que es: no un científico evolucionista, sino un filósofo del evolucionismo. En este sentido el evolucionismo es una doctrina metafísica sobre la realidad que ve la evolución como la característica principal de todo tipo de realidad. Aunque más sucintamente, también se refieren en ocasiones al argumento ontológico, al que simplemente no toman en serio. Dennett se limita a decir que no es una propuesta científica seria sino un truco intelectual, cosa que suscriben Dawkins y Hitchens109. En la misma línea, dice ComteSponville que es un puro ejercicio o artificio lógico110 . — La naturaleza de Dios Nuestros autores apoyan también su negación de Dios en el examen de su naturaleza. La objeción más seria que Dawkins presenta respecto a la naturaleza divina se refiere a su simplicidad y está tomada de Hume111. El creyente sostiene que la complejidad del universo postularía un Dios; pero, esa misma complejidad pediría que fuese un ser complejo, lo cual, piensa Dawkins que es extremamente improbable. En realidad, esta postura se apoya en la contemplación del mundo natural, en el que cuanto más complejo es un producto, más complejo debe ser su productor. Y así tendría que ocurrir si Dios fuera una especie de ser orgánico o una supercomputadora. Pero Dawkins olvida que Dios no pertenece al mundo corpóreo, sino que es un ser espiritual. No hay ninguna dificultad en que un ser espiritual simple sea causa de una realidad compleja112 . Hitchens y otros autores critican también el atributo de la omnisciencia, desde otro error elemental, como es pensar a Dios en el tiempo. Aducen que este atributo supondría una negación de la libertad humana, porque no son capaces de concebir un ser fuera del tiempo. Ahora bien, no se puede sostener que Dios «prevea» el futuro o conozca con anterioridad las decisiones del hombre, porque para El todo es simultáneo: Dios conoce y quiere todo en un solo momento. Los nuevos ateos muestran, al fin y al cabo, una idea extremadamente pobre de Dios, al que suelen pensar desde esquemas antropomórficos. «Su concepto ateo de Dios —ha dicho Novak— es una caricatura, una divinidad detestable que cualquiera se sentiría espontáneamente obligado a refutar»113 . — El problema del mal El argumento que suelen considerar, en general, decisivo para negar a Dios es el que se refiere a la presencia de mal en el mundo. En el planteamiento de este problema, siguen generalmente los «Diá- logos sobre la religión natural» de Hume. Harris resulta especialmente incisivo: «las personas de fe afirman regularmente que Dios no es responsable del sufrimiento humano. ¿Pero de qué otro modo podemos entender la afirmación de que Dios es a la vez omnisciente y omnipotente? No hay ningún otro modo de entender el asunto, y es hora de que los seres humanos cuerdos lo asuman. Se trata del problema histórico de la teodicea, que deberíamos considerar ya resuelto. Si Dios existe, no puede hacer nada para detener las más terribles calamidades o no se preocupa por hacerlo. Dios, por lo tanto, es impotente o malvado»114 . En su argumentación, suponen, en primer lugar, que si Dios hubiera creado el mundo, lo habría hecho perfecto desde el primer día. En consecuencia, no tendría que haber dolor ni muerte. Así lo piensa Dawkins y también Harris: «Vale la pena recordar que si Dios creó el mundo y todo lo que hay en él, también creó la viruela, la peste y la filiriasis. Cualquiera que desencadenase intencionadamente tales horrores sobre la Tierra sería aniquilado por sus crímenes»115. Dan por supuesto, también, que si Dios es bueno, debería intervenir constantemente con el fin de evitar el mal. Un Dios que se llama «Padre» no puede dejar que sus hijos sufran. Apelar a la libertad humana es recurrir a lo que ignoramos. Harris desprecia expresamente el recurso al «libre albedrío y demás incoherencias», porque no es sólo mala filosofía, sino también mala ética116 .

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