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2. PROPUGNADORES DE LA ATEO-LOGÍA

mal llamada „NUEVO ATEÍSMO”

2.14 Edward O. Wilson (1929-): un a-teólogo en búsqueda de conciliación

Edward Osborne Wilson nació en Birmingham, Alabama, el 10 de junio de 1929. Es un etnólogo y socio-biólogo US-americano interesado en la teoría de la evolución con gran reconocimiento internacional. Tras su maestría en la University of Alabama se doctoró por la Harvard University. Desde 1996 es profesor emérito de esta última universidad. Entre otros muchos reconocimientos fue condecorado con el premio Crafoord, que cubre disciplinas no galardonadas por el premio Nobel.

 

2.14.1 Obra

 

A) Libros selectos: 

  • 1975: Sociobiology

                 Sociobiología​

  • 1978: On Human Nature

                 Sobre la Naturaleza Humana

  • 1998: Consilience: The Unity of Knowledge

                 Conciliación: la Unidad del Conocimiento

  • 2014: The Meaning of Human Existence

                 El Sentido de la Existencia Humana​

  • 2017: The Origns of Creativity

                 Los Orígenes de la Creatividad

B) Obras editadas:

  • 2010: From So Simple a Beginning: Darwin's Four Great Books

      ​           Desde tan Simple Comienzo: Cuatro Grandes Libros de Darwin

 

2.14.2 Pensamiento

El Zoólogo US-americano e investigador de insectos Edward O. Wilson es considerado como uno de los co-fundadores de la Sociobiología. Wilson ha establecido las normas para esta disciplina en su libro Sociobiology, publicado en 1975, ya que en dicha obra Wilson inspecciona la interrelación entre evolución natural y desarrollo de los cambios en la conducta social. En una obra posterior titulada Acerca de la Naturaleza Humana Wilson se dedica a investigar la Sociobiología de la Religión y defiende la concepción desconcertante para cualquier darwinista, según la cual hay una predisposición biológica a la fe religiosa. Ésta es la tendencia más compleja y potente del espíritu humano y de todo epifenómeno debido a un inextingible constitutivo de la naturaleza humana“.1 

En la evolución de las religiones reconoce Wilson una especie de darwinismo cultural. Justamente la religión ofrece a la Sociobiología humana el desafío y la oportunidad de desarrollarse como una disciplina autónoma. Por un lado la religión representa una de las categorías significativas del comportamiento, que son características exclusivas de la especie humana; y por otro lado los primeros principios del conocimiento junto con su base genética han posibilitado el surgimiento del pensamiento consciente. A partir de ello la religión favorece el proceso, por medio del cual los individuos son encaminados a supeditar su propio interés inmediato a los intereses del grupo“.2 

Según Wilson se deja vislumbrar la estructura profunda de la fe religiosa a través de la inspección de los efectos de la selección natural sobre los siguientes tres niveles: 1) La selección mediada por la cultura opera en primer lugar sobre el nivel confesional, el cual sigue cauces o bien estático-dogmáticos o dinámico-creativos. 2) Sobre un segundo nivel opera la selección de carácter ecológico, en la medida en que la praxis religiosa debería bastar para responder a las exigencias del medio ambiente y del entorno. 3) En tercer lugar opera una selección genética, pues por efectos entrecruzados de la evolución cultural y por la fluctuación demográfica llega a haber influjo en las frecuencias de diferentes genes“.3 Wilson quisiera evidenciar, que las decisiones están a menudo programadas y acuñadas por una multitud de procesos sobre el nivel confesional, los cuales desde los genes pasando por el cuerpo afectan hasta determinados procesos de aprendizaje. La función de los modos de comportamiento religioso yace en delimitar un grupo social respecto a los demás y en vincular a sus miembros los unos con los otos con lealtad incondicional.

Servir a Dios, es en definitiva, aunque desconocida, la aptitud biológica de los adeptos de procedencia que obran bien“.4 Wilson habla explícitamente del vigor operativo de la lealtad religiosa sin restringirla a las religiones tradicionales, pues también está vigente por igual en el maoísmo y leninismo. Por supuesto detecta Wilson una tensión entre selección de grupo y selección individual. Aquélla primera conduce a una religiosidad conformista y dependiente del grupo, en cambio la última hace surgir una religiosidad apacible. Evolutivamente es más favorable, si ambas posibilidades se refuerzan recíprocamente. Las más elevadas formas de religiosidad en ejercicio aportan según Wilson una ventaja biológica, pues ellas consolidan la identidad. Las instituciones de la religión organizada se originan entonces desde los procesos de sacralización, los cuales contienen una objetivación de la realidad de lo sagrado, un juramento o bien una alianza sagrada ante esta realidad así como también mitos, a los cuales pertenecen especialmente relatos sacros fidedignos sobre la creación del mundo.5

El sociobiólogo US-americano califica la fe en un Dios Señor del mundo como no universal. La concepción de un Dios agente moral, que ha creado el mundo, procede de una mentalidad bucólica. El Dios masculino y patriarcal de las religiones monoteístas puede ser explicado sociobiológicamente a partir de las condiciones de vida de las sociedades dedicadas al pastoreo expresamente nómadas, rígidamente organizadas y a menudo militantes en el contexto oriental. Mientras que el materialismo científico arrasa la mitología religiosa, ofrece al espíritu humano no obstante una mitología alternativa en la forma narrativa de la epopeya. También la épica evolutiva es para Wilson mitología, en la medida en que las leyes aducidas por aquélla son objeto de fe y nunca jamás se dejan demostrar de manera definitiva y concluyente. La gran ventaja del naturalismo descansa empero en su habilidad de explicar la religión tradicional como un fenómeno material de cabo a rabo. El punto fuerte del naturalismo está vinculado desde luego con una fragilidad mental y espiritual, a saber, que él no dispone de una fuente de poder emocional y originaria comparable con la religión. No obstante asevera Wilson: Nosotros habremos de entender el espíritu humano como epifenómeno de la maquinaria neuronal del cerebro“.6

En su extensa obra Conciliación: la Unidad del Conocimiento emprende Wilson un impresionante viaje a través del universo del saber humano desde el ámbito físico pasando a través del ámbito social hasta el ámbito mental y espiritual. Wilson traza los grandes ámbitos del saber, como los que él denomina Política del entorno, Ética, Biología y Ciencias Sociales, y se esfuerza en relacionar estos ámbitos los unos con los otros y enlazarlos entre sí en vistas a su unificación. Como doctrina principal del conocimiento científico impulsado por la teoría de la evolución y por la Sociobiología considera Wilson la siguiente aseveración: „Nuestra especie y nuestras capacidades mentales son un producto de la evolución y de ninguna manera su meta“.7

Wilson delinea después un boceto tentativo de la coevolución genético-cultural. Distingue los principios básicos de la Sociobiología gracias a la investigación de la evolución en seis categorías 1) por la selección genética del linaje, 2) por la herencia parental en sus crías, 3) por las estrategias de apareamiento para la reproducción sexual, 4) por el estatus central de un líder dominante en todas las sociedades complejas de mamíferos, 5) por el afán de expansión territorial y defensa así como 6) por la conformación de un acuerdo decisivo para el comportamiento social humano.8

Wilson, criado y renacido como cristiano bautista del sur de USA“,9 quien por cierto por propia decisión se había educado en la academia de la duda y quien comenzó su gran polémica debido a que la teología bautista de ninguna manera ofrece planteamientos consistentes a favor de la Evolución“,10 se apartó de la religión, sin querer liberarse de todos los sentimientos religiosos. Wilson desearía entender la ciencia como una concatenación del saber liberada y liberalizante, cuya meta sería la liberación de la mente y del espíritu humanos para la concatenación interdisciplinar del saber. Wilson dedica al deísmo de la Ilustración no sólo reflexiones detalladas; se considera a sí mismo como empirista y según él atañe a la religión una tendencia hacia el deísmo. La existencia de un Dios cosmológico como Creador del universo –quien no interviene en el más acá, ni se manifiesta ni es un Dios personal– es posible y pudiera llegar a demostrarse algún día por hechos materiales todavía hoy inimaginables.11

A partir de ahora Wilson considera las religiones como analogías de superorganismos biológicos en la medida que tienen un ciclo vital, nacen, rivalizan, se reproducen y mueren. Religiones exitosas han comenzado según Wilson como cultos rituales, los cuales han amplificado su poder e inclusividad cada vez más. El poder emana siempre desde el centro, en torno al cual se aglutinan los adeptos y se siente enlazado el grupo. Para Wilson la comunidad es la palabra clave. La religión ofrece oraciones y rituales como instrumento de contacto directo con lo sublime, garantiza el consuelo de los co-creyentes para la mitigación por lo demás del sufrimiento insoportable, ofrece una explicación para lo inexplicable y la posibilidad de sumergirse en la totalidad inmensa dentro del océano gracias a la sensación de pertenencia, para sustraerse al sinsentido de la razón pura“.12 Los seres humanos necesitan según Wilson mitos sagrados.

Si la cosmología religiosa ya no ofrece estos elementos, la épica evolutiva substituye al mito sagrado. Ante esto los conocimientos basados en hechos rezan en breve así: Somos una vasija colectiva de genes con unicidad irrepetible, desde la que cada ser humano en cada generación es recreado y en la que cada uno queda disuelto otra vez tras la siguiente generación todos por siempre unidos por la herencia común y por el futuro común.13

Wilson representa una a-teología moderada, esforzada y conciliatoria entre ciencias naturales y ciencias del espíritu en el sentido del término inglés »consilience« usado por él. Su a-teología conciliatoria aprecia en efecto la capacidad de las religiones y considera fructíferos sus efectos emocionales para la ciencia y para la narrativa épica, pero al mismo tiempo rechaza y abandona reductivamente la religión organizada y el Dios personal del monoteísmo. El darwinismo naturalista o teórico-evolutivo y al mismo tiempo espiritual o socio-cultural de Wilson se muestra abierto a los fenómenos del espíritu, si bien éstos últimos en última instancia están determinados naturalistamente por programas genéticos, que se despliegan genética, cultural y coevolutivamente por supuesto en un juego de conjunto con estrategias de aprendizaje epifenoménicas y con procesos de aprendizaje epigenéticos, aquéllas y éstos adquiridos culturalmente.

  

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1 WILSON, Edward O., On Human Nature (Harvard University Press 1979), p. 43.

2 Ibid., p. 47.

3 Ibid., p. 48.

4 Ibid., p. 54.

5 Ibid., p. 58.

6 Ibid., p. 61.

7 Id., Consilience: The Unity of Knowledge (Knopf 1998), p. 45.

8 Cfr., ibid., p. 227-231.

9 Ibid., p. 12.

10 Ibid., p. 13.

11 Ibid., p. 320. Esta afirmación es a mi parecer inconciliable no sólo con el empirismo, sino que contiene también un error categorial, en la medida que dicha afirmación naturaliza al Dios transempírico.

12 Ibid., p. 346.

13 Ibid., p. 353.

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