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DIÓCESIS DE ZAMORA

JUBILEO TRAS 150 AÑOS DE IDEOLOGÍAS DEL PODER

LA BASURA SUBE MIENTRAS HAY BORRASCA 7/20

 

 
7. Javier Navarro Rodríguez

Por fin aparece un artículo que primero publiqué en alemán y del cual he recibido muchas felicitaciones de teutones, austriacos y suizos. Es un artículo, cuya versión original titulé „Kriminalität und Priester”, es decir en buen castellano „Criminalidad y clero”. En él denuncié, cómo delincuentes de una organización criminal exigieron a mi hermano Luis García, el entonces Párroco de Vista Hermosa, Mich., un espacio del centro parroquial a un lado de la Presidencia municipal, para ocultar sus mercancías delictivas y sus armas. Ellos querían en efecto facilitar el tráfico de sus mercancías, para evitar riesgos de transporte, pero mi hermano decidió en conciencia y después estratégicamente y coaccionado por miedo grave, renunciar a su oficio de Párroco y al ejercicio del ministerio sacerdotal. Yo mismo le ayudé a redactar canónicamente su renuncia.
Mi hermano Luis informó detalladamente a Mons. Navarro sobre la intervención de los criminales en la Parroquia de Vista Hermosa y entregó la renuncia por escrito. Mons. Navarro le ofreció otros oficios antes de abandonar el sacerdocio. Sin embargo mi hermano se sentía completamente decepcionado de que además lo nombraran administrador del Capulín, una parroquia que no había manera de rescatar por el abandono de sus archivos, donde faltaban datos de los sacramentos administrados durante años y donde consta que incluso personas ya casadas por la Iglesia contrajeron un nuevo matrimonio, por supuesto inválido sacramentalmente, con asistencia canónica de algún sacerdote amigo. Jaime Calderón, entonces aún simple presbítero, llegó como héroe a poner todo en orden durante una misión del Seminario durante la Semana Santa. Pronto se dio cuenta, de que no podía encontrar ninguna solución, puesto que Jaime nunca había sido párroco y sólo durante un mes fue vicario parroquial en Jiquilpan. Qué escandalosa falta de experiencia. La convalidación a tenor del C.I.C. can. 1156 y ss. hubiera ofrecido desde aquel momento en ciertos casos soluciones pastorales.  
Aunque Mons. Navarro simplemente y de modo apresurado consideró a mi hermano Luis como un enfermo mental, los hechos dieron la razón a mi hermano. El Obispo decidió prorrogar la renuncia y mi hermano le habló por teléfono para cancelarla, mientras dos testigos escuchaban la conversación, de modo que canónicamente mi hermano seguía siendo el Párroco de Vista Hermosa. En una charla con mi Obispo yo le dije en efecto que esa decisión iba a reincidir tarde a temprano y que yo le haría a Mons. Navarro reponsable de ello, puesto que cada año mi hermano conversaba conmigo sobre el trato ajeno que recibía de parte del Obispo diocesano de Zamora. Serví de su paño de lágrimas las seis veces que viajamos juntos a Roma, Firenze, Siena, Asissi, Cinque Terre, Milano, Venezia, Verona, Trento, Innsbruck e incluo una vez viajé con mi hermano Luis a Schwaz, Vaduz, Viena y a Praga.
Con el oficio canónico de Párroco aún vigente mi hermano abandonó su Parroquia y envió camiones de mudanza, para que transportaran sus pertenencias con una lista específica. Ricardo Partida, su vicario, aplicó las recomendaciones dadas para los casos de muerte de algún párroco de manera muy equivocada, porque mi hermano estaba vivo y seguía siendo Párroco de Vista Hermosa. Ricardo impidió a los camiones de mudanza asesorados por mi hermana Guadalupe y por su hija abogada terminar la tarea especificada en ese contrato. La Diócesis ni siquiera le había devuelto los libros de su biblioteca personal hasta el año 2016. Este escrito obligó en efecto al P. José Cruz Moreno a entregar la mayoría de dichos bienes, pero faltaban los más valiosos, los cuales fui yo personalmente a Vista Hermosa a recogerlos por encargo de mi hermano Luis.
Cuando el P. Ricardo aún era administrador parroquial de Vista Hermosa, mi hermano le mandó cobrar con mi hermana Guadalupe $50.000 pesos, que le debía desde hacía varios años y Ricardo se valió de agentes al servicio del crimen organizado para que la amenazaran de muerte y la obligaran a firmar un documento de recibido.
Por esta razón se convenció mi familia de esto, que es mejor un sacerdote que haya renunciado a su ministerio que un sacerdote desaparecido, según la historia poco convincente que nos contaron sobre el P. Santiago Álvarez. Su familia hubiera sufrido menos si al menos psicológicamente lo hubieran enterrado con una Misa de funeral, pues la incertidumbre sobre Santiago ha sido muy dolorosa para ellos durante años. Es mejor de alguna manera atreverse a sepultarlo por lo menos espiritualmente.
Mi Obispo Javier Navarro me telefoneó, para que yo le ayudara con la situación de Luis. Yo le dije: „¡Arregle sus problemas y no quiero que me vuelva a molestar!”. Laureó la conducta ilegal del P. Ricardo. Lo máximo que hice fue darle el número telefónico de mi hermana Guadalupe en Guadalajara, dado que cerca de su domicilio vivía mi hermano Luis. Yo sabía el alacrán que le había echado a mi Obispo en el seno. En el tono más autoritario éste amenazó a mi hermana Guadalupe como un patán y le exigió que si no le traía al teléfono a mi hermano Luis, le iba hablar directamente a mis padres a Churintzio.
Guadalupe le exigió en el mismo tono respeto a su dignidad ciudadana, porque nadie tiene derecho a ofender al otro. Encontró el Obispo la horma de su zapato, pues si él hablaba en ese tono con mis padres, iba a matarlos a causa de su avanzada edad y porque mi padre padece de diabetes. Le dijo mi hermana Guadalupe que iba a proceder legalmente por abusar de su autoridad y por haber podido causar indirectamente la muerte de mis padres. Por fin llegó Luis y le prometió a Mons. Navarro, que lo más pronto posible le iba a enviar por escrito la segunda renuncia, que ahora sí fue válida.
Antes de esto él no había dejado de ser canónicamente Párroco de Vista Hermosa. El P. Ricardo Partida se asoció a los criminales para amenazar a cualquier nuevo Párroco con la idea de quedar él mismo como Sr. Cura de Vista Hermosa. De esta manera amenazaron a Sergio Arroyo y a Abel Hernández, quienes dimitieron sucesivamente, Sergio sin tomar posesión como Párroco y Abel después de haber asumido su oficio. El Obispo conocía desde hacía meses la situación de Ricardo Partida pero no lo removió hasta que la situación se hizo realmente explosiva. Estos acontecimientos indican no sólo que ciertas decisiones de nuestro Obispo Javier Navarro comenzaban a llegar a ser influidas por agentes del crimen organizado, sino que también ellos lo podían intimidar.
De la manera más discreta tomó posesión el P. José Cruz Moreno como párroco de Vista Hermosa después de meses de sede vacante. Mientras el P. Ricardo Partida está suspendido de facto, aunque nadie lo quiere decir oficialmente y el Obispo Javier Navarro lo quiera disfrazar con un documento de acuerdo con el P. Ricardo Partida. Éste decidió desaparecer y muchos cayeron en la trampa de darle por desaparecido o de considerarlo como „RESIDENTE” según la publicación oficial del Directorio Sacerdotal 2014 de la Diócesis de Zamora.1 Tras esta simulación dos años después se integra al trabajo pastoral en otra diócesis en seguimiento a la típica política del encubrimiento.
 
De cara a estos acontecimientos sabe mi familia, que Luis tomó la decisión correcta en el momento oportuno, pues ahora vive en un sitio seguro. El miedo grave, que determinó su situación, puede servir como recurso, para justificar canónicamente su falta de libertad a causa de miedo grave a tenor del C.I.C. can. 188, cuando renunció al ejercicio del ministerio como sacerdote. Su psiquiatra puede certificar, que Luis abandonó su terapia y el control de sus medicamentos contra la agorafobia en los últimos meses del ejercicio del ministerio. 
Lamentablemente no quiere asumir Mons. Navarro ninguna responsabilidad por estos errores y torpezas. A menudo juzga con dos medidas muy distintas. Por eso podemos esperar respecto a esto muy poquito, a saber, de los sacerdotes que dejan el ministerio y de los desaparecidos, pues mi Obispo se interesa más bien por sus discípulos favoritos, que por la salvación de las almas. Mons. Navarro habla a menudo del Papa Francisco, pero nunca lo hemos visto imitarlo. Por eso podemos entender el siguiente título publicado por Michael Schmidt-Salomon en alemán y todavía no traducido al español: La Iglesia en el corazón. ¡De oh querida a vete al diablo! Ésta sería su traducción más sencilla al castellano. De esta actitud nace la inquietud de tantas personas que ven los grades signos del Papa Francisco y dicen de la Iglesia universal: ¡Oh querida! y luego ven los estilos de vida de ciertos obispos y dice de la Iglesia diocesana: ¡Vete al diablo! Actitudes principescas de obispos contrastan con el estilo de vida del Papa Francisco, quien renunció a vivir en la residencia oficial de los Palazzi Apostolici y se quedó en la modesta Casa de Santa Marta.
Durante el transcurso de la corona-crisis sanitaria todas las instituciones deambularon de modo errático. A menudo la guía del Espíritu Santo parecía estar ausente. Ello resultó evidente cuando Mons. Navarro propugnaba tesis contradictorias, según las cuales por un lado hay redención por vía virtual durante la transmisión de la Misa, pero por otro lado no hay redención por vía virtual para la reconciliación sacramental. Bastaría recordar que en ambos casos la Iglesia católica admite no sólo la comunión espiritual y la contrición perfecta como vías extraordinarias de la gracia, sino que también en marzo de 2020 la misma Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede concedió ex auctoritate Summi Pontificis indulgencias plenarias a quienes padecen COVID-19, a los trabajadores de la salud, a los familiares y a todos aquellos que los cuidan. Al respecto especifica el Decreto de la misma Penitenciaria:
»La Iglesia reza por los que estén imposibilitados de recibir el sacramento de la Unción de los enfermos y el Viático, encomendando a todos y cada uno de ellos a la Divina Misericordia en virtud de la comunión de los santos y concede a los fieles la Indulgencia plenaria en punto de muerte siempre que estén debidamente dispuestos y hayan rezado durante su vida algunas oraciones (en este caso la Iglesia suple a las tres condiciones habituales requeridas). Para obtener esta indulgencia se recomienda el uso del crucifijo o de la cruz«.2
El canon 996 §1 especifica las así llamadas „tres condiciones habituales requeridas“ en los siguientes términos: »Estar bautizado, no excomulgado y hallarse en estado de gracia por lo menos al final de las obras prescritas«.3 La gracia y la misericordia sorprenden de modo supererogatorio, dado que por autoridad del Sumo Pontífice la Iglesia suple a dichas „tres condiciones“ en el caso indicado por el Decreto de la Penitenciaría Apostólica arriba citado.
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1  Cfr. DIÓCESIS DE ZAMORA, Directorio sacerdotal 2014 (Obispado de Zamora 2014), p. 33.

2  PENITENCIARÍA APOSTÓLICA, Decreto de la Penitenciaría Apostólica relativo a la concesión de indulgencias

           especiales a los fieles en la actual situación de pandemia, 20.03.2020.

3  CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO, 996 §1.

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