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DIÓCESIS DE ZAMORA

JUBILEO TRAS 150 AÑOS DE IDEOLOGÍAS DEL PODER

LA BASURA SUBE MIENTRAS HAY BORRASCA 6/20

 

 
6. Javier Navarro Rodríguez

 

Los obispos suelen irse, en cambio los presbíteros a menudo permanecemos incardinados a nuestra Diócesis. Tal vez esto sirva de aliento para tantos colegas que se sienten perplejos en estos tiempos aciagos, en los que muchos sacerdotes viven con el corazón traspasado por la incomprensión de su propia vocación. Éstas también quieren ser palabras de aliento para todos aquellos presbíteros desencantados, que suelen ser utilizados como peones de ajedrez y sienten la tentación de abandonar el ministerio pastoral.
A través de un telefonema le llamé bienvenido desde Innsbruck al Obispo Javier Navarro a su llegada a nuestra Diócesis. Unos meses antes antes de mis vacaciones de invierno 2010 en México me telefoneó a la extensión de mi habitación en el Colegio Canisiano, para informarse de mi retorno definitivo a la Diócesis. Le informé que yo padecía en ese momento de cáncer y lupus y que los médicos suizos, los que me atendían, habían sido muy profesionales en las procesos de curación. Aproveché ese año como una pausa para revisar minuciosamente las referencias técnicas de mi tesis, es decir toda la lista de conceptos y autores que deben ir paginados al final de toda la disertación doctoral. Ayudé a mi compañeros con los detalles de una auténtica redacción alemana de sus tesis y ellos me quisieron tanto que incluso me eligieron como Coordinador de los alumnos del Colegio Canisiano.
 
En abril de 2012 ya había defendido mi tesis doctoral o Dissertation y obtenido la Apostilla de mi título como Doctor de Filosofía alemana avalado internacionalmente por el Ministerio Nacional para Ciencia e Investigación de la República de Austria. Al comienzo de mayo ya estaba de regreso a México. Los Obispos suelen visitar a sus sacerdotes en el extranjero, incluso en condiciones normales. Por ejemplo nos visitaba algún Obispo por lo menos cada mes, para dar acompañamiento a sus respectivos estudiantes hospedados en el Colegio Canisiano. El mismo Don Carlos Suárez visitó a Juan Carlos Álvarez y a Francisco Javier Ordaz, cuando todavía eran simples seminaristas en Innsbruck, sin que estuvieran aquejados por alguna enfermedad. A mí, mi Obispo Mons. Navarro me abandonó con cáncer y lupus.
Cuando mi Obispo D. Javier Navarro me citó aquel verano de 2012 en las oficinas del Obispado me atendió con un retraso de una hora, situación que en Austria sería completamente ofensiva. Le mostré el escrito de mi Dissertation redactada en alemán. Hojeó unas tres páginas con cierto desdén y me la devolvió. Luego le presenté mi título emitido en alemán y por el reverso en inglés. Le expliqué que la Apostilla autentificaba la validez de mi título incluso ante el Gobierno Mexicano, mientras que los títulos romanos no eran reconocidos por la SEP. Me lo devolvió completamente indiferente y desde entonces comprendí que la garra negra de Jaime Calderón ya había operado desde antes, para llenarlo de prejuicios contra mí. Sin llamar a la puerta, entró Raúl Ventura en la oficina del Sr. Obispo, para exigirle que ya debía acompañarlo al restaurante. Quedó claro, quién seguía influyendo directamente en el corazón del Obispo.
Mons. Navarro me pidió entrevistarme con el P. Juan Carlos Álvarez, asesor de estudios del Seminario, para acordar las materias que yo iba a impartir en el Seminario. Así lo hice. Le presenté copia de mis documentos académicos y una copia de mi tesis doctoral para la Biblioteca del Seminario. Acordamos que yo iba a impartir los cursos de Filosofía Contemporánea y Teoría del Conocimiento. Jaime Calderón como rector del Seminario se opuso a ello y me habló el Obispo a mi casa, para que yo me quedara con una materia completamente irrelevante. A pesar de la presión me quedé con la Filosofía Contemporánea.
 
Me citó de nuevo en la casa episcopal. Le advertí sobre la influencia, que Manuel Méndez solía ejercer sobre Jaime Calderón por encima de los organismos canónicos del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores. Inmediatamente desenvainó la espada con una cuestión retórica que nada tenía que ver con el tema. En relación con la elección de Jaime como Obispo auxiliar me preguntó Mons. Navarro: "¿Entonces la Iglesia se equivoca?" Le respondí que con ese comentario él quería desviar nuestra conversación. Dicho sea de paso, pensé, que dicha pregunta suponía un gran error por parte del Obispo, a saber, que la elección de un Obispo es un dogma definido ex cathedra infaliblemente por parte del Romano Pontífice. Lo cual es por supuesto falso.
Buscó alejarme lo más posible de Zamora y a lo largo de ese año descubrí, que en realidad había otros asuntos, que me interesaban más que dar clases. Ahora he decido jubilarme de dicho oficio. Me interesa escribir, publicar y emprender viajes para conocer la atmósfera, en la cual los grandes pensadores han desarrollado sus propuestas. En julio de 2013 aproveché mis vacaciones para hacer imposible un contacto con el Seminario. Mientras estaba en Copenhague, Dinamarca, un seminarista me comunicó la noticia por facebook, según la cual se iban a privar de mis clases y algunos estudiantes se iban a quedar sin mi asesoría de investigación, que varios ya me habían solicitado oficialmente. Aunque fue una de los noticias más agradables del año, las instituciones serias se disculpan por estos asuntos. Nunca lo hicieron conmigo. El P. Juan José llegó a mi oficina con un rollo confuso, nunca se disculpó. En realidad volver al Seminario es un asunto que no me interesa.
Mientras estuve internado en el hospital Fray Juan de San Miguel de Uruapan jamás recibí una llamada por parte del Obispo y en el otoño de 2013, mientras estuve más enfermo que nunca en mi vida, pareciera que decidió olvidarme. En pocas palabras parecía más un capataz despótico que un padre amoroso. Quizá lo aprendió de su tutor Juan Sandoval. Aquella situación de sufrimiento me hizo sentir más cercano a Jesús crucificado, quien a pesar de ser justo e inocente, fue condenado políticamente por los intereses ideológicos de una religión distorsionada violentamente al servicio del poder. ¿Debería un buen cristiano sentirse escandalizado por ello? De ninguna manera. Fue el mismo San Pablo quien escribió: „Es inevitable que haya divisiones entre ustedes, para que se ponga de manifiesto, quiénes tienen verdadera virtud”.(1Cor 11,19). El texto dice „verdadera virtud”, la cual no es obsecuente con el poder, pues los héroes no lo alaban.

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