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DIÓCESIS DE ZAMORA

JUBILEO TRAS 150 AÑOS DE IDEOLOGÍAS DEL PODER

LA BASURA SUBE MIENTRAS HAY BORRASCA 5/20

 

 
5. El conciliábulo de los ratones y su Gato: El caso Francisco Figueroa Cervantes o Paco el Opaco

 

Aconteció un lunes con motivo de nuestras reuniones de equipo formador del Seminario. Se trató el asunto, según el cual había sido publicado por el P. Héctor Liévanos y el P. Serafín Vega un libro en contra de algunos amigos de la Zafada Familia. El primero en reclamar fue Jaime Calderón, porque según él dicho libro ponía en riesgo la integridad moral de algunos de sus amigos como formadores del Seminario. Y recriminaba al P. Raúl Duarte que él hubiera prologado dicha publicación. Inmediatamente renunció Jaime a su oficio y lo imitaron Ricardo González, Juan José Torres y José Cruz.
 
Les pregunté en general, si alguno de ellos tenía el libro y si lo había leído, porque yo ya lo había leído todo y me parecían sus opiniones una exageración del contenido real del libro. La gran sorpresa fue que nadie más tenía el libro, ni lo había leído. Entonces Duarte comprendió que se trataba sólo de una estrategia sin fundamentos y dijo serenamente: "¡No veo la necesidad de que ustedes renuncien, yo mismo presento mi renuncia mañana ante el Señor Obispo! ¡La Universidad Pontificia me espera como profesor a tiempo completo y si quieren escriban un libro contra mí y yo mismo lo prologo!" Después Jaime Calderón me pidió prestado en efecto el libro para leerlo, pero lo que en realidad le preocupaba era su firma, que aparecía en la página 162 de dicha publicación. En el punto 7 firmó con muchos otros sacerdotes el siguiente texto:
 
"[...] el nuevo Obispo deberá evitar vincularse a aquellas personas que más estrechamente colaboraron en el gobierno de la Diócesis con Mons. José E. Robles, de manera especial quien fuera Vicario General Pbro. Raúl Ventura y el ex-Rector del Seminario Mayor P. José Luis Amezcua".1
 
Tanto le asustó su maniobra que decidió cambiar su firma para propagar la versión, según la cual la firma de ese documento no era suya. Las diferencias de su ingenio son notorias en las imágenes de ambos lados de esta página. Mientras absolvía mi doctorado en Innsbruck continuó la presión sobre el Sr. Obispo Javier Navarro para substituir al P. Duarte como Rector y aprovechando el río revuelto además fueron expulsados alumnos que actualmente son excelentes jesuitas o se preparan para desempeñar su ministerio en diócesis norteamericanas.
 
Estos sucesos me ayudan a recordar ciertas fobias y filías que obnubilaban el juicio de algunos miembros del equipo formador durante los escrutinios de los alumnos. Por ejemplo el caso de Fidel Valdés Alonso y Francisco Figueroa Cervantes. Fidel cambió de asesor de su investigación durante el cuarto año de Teología sin avisarle al P. Juan Carlos Hurtado, que ya no lo necesitaba como director de investigación. Toda la Zafada Familia se opuso a Fidel. Ricardo González, como un auténtico seleccionador de víctimas declaró tajantemente: "Yo estoy convencido que Fidel no tiene vocación" y de hecho nunca fue consagrado sacerdote.
 
El caso de Francisco Figueroa fue completamente distinto. Sus amigos le echaban tanto incienso que Duarte los interrumpió durante su escrutinio con la siguiente frase: "No creo que sea perfecto. Algún defecto ha de tener, puesto que es humano". Desde antes de ordenarlo ya lo habían elegido para estudiar dos licenciaturas sucesivamente, primero en la UPM y luego otra en Roma. Ante el Sr. Obispo Javier Navarro engrandecieron sus virtudes y lo convirtieron en el Niño Dios a besar de la Diócesis. Antes que cualquier otra experiencia como pastor le aseguraron en efecto el puesto de Secretario Canciller en la Curia, pero le hundieron a temprana edad en la dependencia de medicamentos. Ésos son los costos, que hay que pagar por la precipitación.

El ministerio de Paco huele a pólvora quemada. La avidez de poder de sus amigos le obligó a quemar sus etapas de formación permanente. No lo dejaron aprender de la pedagogía del servicio parroquial ni de la paciente didáctica de la enseñanza en las aulas sin la mordaza de la carga burocrática. Así, enajenado en su oficina, distante del presbiterio y reducido a funcionario de la Curia la supernova agotada brilla apenas como una enana blanca.
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1. LIÉVANOS VALENCIA, Héctor / VEGA AMEZCUA, Serafín, Fractura en la Roca, p. 161
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