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DIÓCESIS DE ZAMORA

JUBILEO TRAS 150 AÑOS DE IDEOLOGÍAS DEL PODER

LA BASURA SUBE MIENTRAS HAY BORRASCA 16/20

 

 
16. Juan Carlos Hurtado Alcalá
 
Se acercó a mí, para que le ayudara a mejorar el formato y la impresión de su tesina de Teología. Después estudiamos en la Universidad Pontificia, pero el se retrasó un semestre porque le faltaba superar el examen De Universa Theologiæ. Su gran sorpresa al inscribirse oficialmente en la facultad de Dogma fue que las notas del primer semestre de Teología del Seminario estaban ausentes en su certificado, porque Manuel Méndez como encargado de estudios nunca le exigió presentar esos exámenes desde el tiempo de su fístula cerca del ano y las anécdotas de "érase una vez un hombre a una llantita pegado"... Por su parte Manuel Méndez lo arregló como solía arreglar los asuntos de sus amigos. Convenció a Ricardo González como Secretario, de que firmara y le enviara para la inscripción en la UPM otro certificado con notas falsificadas, para que el certificado pareciera, que estaba completo.
 
Los últimos meses nos distanciamos bastante. No pude asistir al funeral de su mamá porque yo preparaba ya la defensa de mi tesis de licencia y mi examen de titulación como Licenciado en Filosofía. Después de un semestre tarde llegó Juan Carlos al Seminario de Zamora. No hallaban donde acomodarlo. Sus clases de dogma le enfrentaban en conflictos diarios con los alumnos y el me echó la culpa de su fracaso. Cometió el error de invitar a tres seminaristas para que temprano lo llevaran al aeropuerto de Guadalajara y regresaran su coche al Seminario. El problema fue que Gonzalo Herrera Ramírez, Atanasio Felipe Lázaro y Jesús Topete Rodríguez no tenían permiso del Rector del Seminario y Juan Carlos Hurtado sabía perfectamente que estos seminaristas no habían dormido la noche anterior por estar tomando alcohol.
 
De regreso el chófer se quedó dormido, invadió una parte del carril contrario y un camión torton se subió a la mitad del auto y los mató. Los familiares recogieron sólo fragmentos de los cuerpos. Él único sobreviviente fue Jesús Topete Rodríguez porque iba sentado en el asiento derecho posterior. Sus familias reclamaban una explicación, la que nadie fue capaz de darles y mucho menos recibieron una indemnización. Después aconteció la muerte trágica del papá de Juan Carlos. Parecía que todo el universo se confabulaba contra él. No sé cómo en estas circunstancias alguien pueda ejercer como director espiritual de los seminaristas. Por su fracaso como teólogo dogmático lo enviaron a Roma a absolver un doctorado en Teología Espiritual. Ojalá logre sanar todo su dolor y su acentuada adicción al alcohol. 
 
El verano de 2015 regresó al Seminario Mayor después de su estancia en Roma. El título de su disertación doctoral trata sobre El proceso de transformación cristiana en la teología espiritual postconciliar y la importancia de la dimensión afectiva a partir de la obra "Théologie affective" de Ch.A. Bernard. Su contenido fue redactado en español y no en italiano como lo hubiera hecho un estudiante que respeta la lengua del país de la Universidad, donde uno ha estudiado. De Charles André Bernard cita obras en francés e italiano. Juan Carlos descuida a menudo las fuentes en otras lenguas y parece limitado al italiano, español y francés. Por ello cita escasamente autores de lengua inglesa o alemana, cuyas obras han sido utilizadas por él acríticamente en traducciones. Sólo en el primer capítulo ha acertado la redacción del encabezado, pues en los capítulos II-IV ha escrito por error CAPITOLO.
Con Ricardo González y Carlos Mendoza parece Juan Carlos Hurtado atrapado en el laberinto de la Postmodernidad, reducida al interés por la memoria, el deseo y la fantasía. La Teología afectiva autocontempla en este sentido el ombligo del deseo y descuida el reto de la voluntad e inteligencia. Los frutos de tal espiritualidad los recogerán las generaciones recientes de presbíteros formados en la era de la voluntad perdida y la inteligencia fracasada. En lo personal no comparto con ellos su análisis reductivo y propugno más una afectividad inteligente a favor de la redención de la memoria, a favor de la autoentrega del deseo agradecido y a favor de la creatividad de la imaginación desde la mirada de Jesús, quien ve con misericordia nuestra fragilidad a pesar de los errores de nuestra inteligencia en proceso de búsqueda y a pesar de la fisura lábil de nuestra voluntad y libertad condicionadas.
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