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Joseph Ratzinger - Bendicto XVI - Papa emérito

El cónclave del año 2005 2/2

La elección de Ratzinger

 

«Toma a otro, toma uno más joven»: oración de Ratzinger

(Capilla Sixtina, Cd. del Vaticano: 19 de abril de 2005)

 

»Joseph Ratzinger no se para con gusto en el ojo del huracán«.

GÄNSWEIN, Georg, Secretario personal de Ratzinger

y Prefecto de la Casa Pontificia desde el 7 de diciembre de 2012.

 

Resultado del quinto escrutinio: Joseph Card. Ratzinger sintió la presión de las miradas ante él y vislumbró lo que le esperaría. Y lo entendió completamente bien, tal como él más tarde ha descrito drásticamente su elección: como su ejecución. El momento, cuando fue elegido, lo consideró Ratzinger como el instante, »cuando la guillotina cayó sobre su cuello«.

 

Joseph Ratzinger suplicó a Dios en el sosiego de la Capilla Sixtina: »Toma a otro, toma uno más joven«, como el mismo lo recordará más tarde. Él sabía, que no sólo le amenzaba un cambio de rumbo al ser elegido Papa, sino también una catástrofe, tan definitiva como el desastre de un terremoto. Como un elegante yate de vela antiguo y meticulosamente conservado hasta en el más pequeño detalle se deslizó la vida de Joseph Ratzinger casi sin hacer ruido a través del tiempo, y de repente esta obra de arte se expuso al peligro, al ser empujado contra un muro de hormigón y resquebrajarse en miles de fragmentos.

 

Joseph Ratzinger había detallado su vida durante décadas como una obra de arte en filigrana. Su elección había sido la serenidad del estudio, la investigación de los antiguos Padres de la Iglesia, quienes quizá eran también los más célebres a sus ojos. Si Dios no lo hubiese querido exactamente así, entonces lo hubiera puesto desde el principio al frente de un comunidad. Dios no se lo había permitido de hecho. Él había previsto para Joseph Ratzinger a lo largo de toda una vida la reflexión tranquila y bien planificada sobre Dios, y desde esta isla se sentía amenazado este hombre anciano nada menos que por el tumulto del escenario mundial de la Iglesia católica. La tranquilidad, que era parte esencial de su mismidad, estaba amenazada con llegar a ser desmembrada, amenzada con ser arrastrada por el tornado de las masas.

 

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