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Iglesia de Jesús: Esencia de su misión e identidad

Iglesia en y desde la Eucaristía

Comentarios a la Eclesiología de

Joseph Ratzinger - Benedicto XVI

Papa emérito

 

 

1. Planteamiento

 

El Papa emérito invita a la Iglesia, a volver su mirada a lo esencial de su misión y de su identidad. Curiosamente, lo anotado por Benedicto XVI está en coherencia total con su visión eclesiológica de siempre y que hunde sus raíces en la historia. En concreto, en las fuentes bíblicas y en los Padres, además de algunos de sus maestros más importantes que, a la postre, le llevaron a tomar las posiciones que tomó en su tiempo de perito del concilio que estudiamos.

 

Aquí lo que se busca es mirar la perspectiva eclesiológica-eucarística de Ratzinger y hasta qué punto ella se muestra, a lo largo del tiempo, con respecto al aporte del futuro Papa en el iter conciliar y, finalmente, cómo aparece el reflejo de todo ello en el discurso de setiembre del 2011, el cual, en realidad, no tiene ninguna novedad pero sí mucha coherencia en el marco del pensamiento teológico del Papa teólogo, como algunos llaman a Benedicto XVI.

 

2. Ubicación general

 

Un dato es constante en la eclesiología de Ratzinger: la Iglesia es mucho más que una organización. En su Introducción al cristianismo llega a indicar que “es evidente que para la Iglesia visible la unidad es algo más que una ´organización´” (1982:306) y en 1970 hablando en Munich decía que “el porvenir de la Iglesia es algo que no puede dejarnos indiferentes como el de una asociación cualquiera” (1976:198).

 

En 1990, hablando a obispos reunidos en Brasil, el prefecto de la Congregación para la Fe decía que la Iglesia es eucarística y que está puesta para unir al ser humano con el amor trinitario y para acercar a los hombres entre sí e integrarlo en sí mismo. Esto, y el hecho de que ofrezca Cristo al mundo y la salvación es, a juicio del Cardenal de entonces, lo que vendría a justificar permanecer en la Iglesia y añade: “puede parecer una frase muy tradicional, dogmática e irreal, pero es cambio es totalmente objetiva y realista” (2005:107).

 

A este respecto y para insistir en esta perspectiva eucarística y eclesiológica, Nichols, citado por Blanco (Saranyana & Blanco, 2006:37) dice, en torno a la noción de eclesiología eucarística, que se trata de un asunto central que significa “la unión en la Iglesia de lo interno y lo externo, de santidad y estructura visible —también en el gobierno—, unión que tiene como clave la eucaristía”.

 

Ideas todas ellas, del profesor de Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona, que se fueron formando poco a poco y al calor de una larga formación y de una labor docente de muchos decenios. Ya desde los tiempos de formación luego de la guerra en el Georgianum en Munich, se fue forjando una teología que el mismo Ratzinger llama bíblica-patrística y “sobre todo, agustiniana” como indica en Sal de la Tierra y cita el profesor de Navarra Pablo Blanco (2011:32). Una perspectiva que le permite mirar en una dirección que, para su tiempo, resultaba novedosa.

 

Sin buscar generar nuevas teorías o alguna escuela, el impacto de sus profesores iniciales (Maier en Biblia, Söhngen en filosofía, Parsher en pastoral) o sus lecturas juveniles (de Lubac, Guardini, von Le Fort), Joseph Ratzinger busca, dicho en sus palabras: “pensar con la fe de la Iglesia y eso supone, para empezar, pensar con los grandes filósofos de la fe. Significa que no elaboró una teoría aislada, sino la más amplia posible y siempre abierta a otras formas de pensamiento dentro de la misma fe” (1997:72).

 

3. Procedimiento y materiales

 

Se trata aquí de hacer una revisión de algunos de los textos que, últimamente, han venido retomando los escritos de Ratzinger o que han realizado estudios más sistemáticos acerca de la obra del cardenal alemán ahora obispo de Roma. Se trata pues, de una revisión bibliográfica lo más exhaustiva posible.

 

Desde la aparición de sus obras de joven teólogo hasta el presente el camino es largo. Recién electo Papa apareció una obra divulgativa de González Balado titulada Un Papa convincente que, de paso, comenzaba a hacer ver cómo los ataques de los medios a propósito de la elección hecha por el cónclave, eran infundadas y que los hechos mostraban lo contrario a todas luces.

 

Pablo Blanco, uno o el más importante conocedor de la vida y obra de Ratzinger-Benedicto XVI en Hispanoamérica, en el 2004 publicaba una biografía de bolsillo del Papa que incluye una interesante cronología que, sin mayor esfuerzo, da una idea del recorrido vital del actual pontífice.

 

El año siguiente, el profesor Blanco publica Joseph Ratzinger: razón y cristianismo. Allí abordaba cuestiones como fe, razón y fe razonada. Elementos que, claramente, son el fuerte del actual pontificado.

 

Últimamente, Blanco ha publicado con otros autores Perspectivas del pensamiento de Joseph Ratzinger (2006), lo mismo que dos obras recientes y con un gran impacto en el ambiente académico y mediático. Se trata de La teología de Joseph Ratzinger (2011), una introducción de casi quinientas páginas que aborda las fuentes y ciertos tópicos sobre estética, liturgia, Biblia, Iglesia y otros esenciales en el pensamiento de nuestro autor. Los desarrollos de esta obra abarcan algunos pasos dados por el Papa ya en su ministerio petrino.

 

Luego tenemos otra obra aún mayor que se titula Benedicto XVI, el Papa Alemán. Una publicación de Planeta del 2010 que resulta sorprendente y que en sus seiscientas páginas no deja casi nada por fuera de la vida y obra del actual pontífice.

 

Para efectos nuestros, claro que es necesario tener presente todo lo que ha venido luego de Informe sobre la fe (1985), del mismo año del Sínodo extraordinario para los obispos que evaluó lo acontecido después del concilio. Sal de la tierra del año 1997, se une a la aparición de Mi vida en el mismo año y luego Dios y el Mundo en 2000 y Luz del mundo en el 2010.

 

Para acercarse al concilio, resulta de manera vital, el recurso a la síntesis de Alberigo del 2005 titulada Breve historia del Concilio Vaticano II (1959-1965) y las obras de Santiago Madrigal: Memoria del Concilio. Diez evocaciones del Vaticano II (2005), Karl Rahner y Joseph Ratzinger. Tras las huellas del Concilio (2006) y además Tiempos de Concilio. El Vaticano II en los Diarios de Yves Congar y Henri de Lubac (2009).

 

4. Resultados

 

4.1 Desde los maestros

 

Desde su tiempo en Freising tuvo ocasión nuestro teó- logo de encontrarse con un ambiente cargado de dinamismo reflexivo. Luego de la guerra era, además, una circunstancia especialmente intensa para las grandes preguntas que se hace el ser humano.

 

Von Le Fort, Wiechert, Dostoiewski, Langgaser y Steinbücher marcaban el ritmo de lecturas y de reflexiones en ese momento. El seminario donde estudiaba Ratzinger era efervescente y lleno de inquietudes. No se puede obviar un dato fundamental aquí: la influencia que desde hacía mucho tiempo tenía la persona y pensamiento del cardenal Newman en el futuro Papa.

 

En Sal de la Tierra hace ver cómo eran tiempos en que autores como los existencialistas (Heidegger y Jaspers, sobre todo) y el personalismo capturaban su atención (sobre todo, Buber). Obviamente, Tomás de Aquino y Agustín eran pan de cada día para el joven seminarista. Los vitalistas no estaban fuera de la lista.

 

Ya para estas fechas, el impacto en Ratzinger de Guardini, Pieper, Wust, de Lubac y von Balthasar era clave. No hay duda de que las obras, sobre todo, de los dos primeros lo movieron y condicionaron en grado sumo. Obviamente, el último, con el tiempo acabará siendo admirado de modo peculiar por Ratzinger. Incluso calificaba la obra de von Balthasar como un regalo para nuestro tiempo y destacaba la idea de éste al referirse a su labor como la construcción de una verdadera “teología arrodillada” (Blanco, 2011:36).

 

Al habilitarse para la cátedra y luego de doctorarse con un tema sobre la Iglesia antigua, decide fijarse en Buenaventura. Söhnger lo anima a ello y, en concreto, a trabajar el tema de la revelación y su carácter histórico. El resultado final de este camino fue un profesor que, en palabras de W. Beiner era “analítico a la par que (tenía) una gran capacidad de síntesis” (Ratzinger, 1997:71). Luego, ya en la labor docente, vendrán contactos con Congar, Barth y Rahner. Contactos que, claramente, profundizará en su labor con ellos mismos en el marco del trabajo conciliar.

 

4.2 Un concepto: Iglesia en y desde la Eucaristía

 

En Sal de la Tierra dice Ratzinger que el tema eclesiológico siempre le ha resultado muy importante, pero agrega: “me gusta tratar el tema de la Iglesia desde la perspectiva de Dios” (1997:72). O sea, nunca como un fin en sí misma. Incluso ya en Introducción al cristianismo lo decía. Realidad en que lo visible y lo invisible se unen y en función de su condición de pueblo, el actual Pontífice comprende la Iglesia en clave bíblica-patrística y con una perspectiva ecuménica innegable.

 

El estudio de Catolicismo de H. de Lubac y su Corpus Mysticum (obras de fines de los años treinta y principios de los cuarenta) le abren a la idea de la relación entre Iglesia y Eucaristía. La dimensión social y salvadora de la Iglesia dicen referencia directa a la realidad eucarística.

 

Prefiriendo referirse a la Iglesia como Pueblo de Dios (nos lleva a la noción “qahal” veterotestamentaria, es una realidad que en el nuevo testamento pasa a ser llamada “ekklesía”) hace ver su unidad interna (alimentada y sostenida por la participación en torno a la Mesa) y su dinamismo en clave de santidad y de visibilidad (incluyendo todo lo relacionado a su organización). Una visión que destaca la corporeidad de la Iglesia con más riqueza que la de “cuerpo de Cristo” que la tiende a difuminar un poco.

 

La realidad única de lo visible-invisible en la Iglesia, lo mismo que su condición de signo visible de la unión Dios-hombres, lo mismo que la noción de Iglesia-sacramento (que no se remite a sí misma sino a Otro), se comprende mejor si lo leemos en esta clave eucarística.

 

4.3 En sintonía con la propuesta de Philips en Lumen Gentium

 

Gérard Philips, es uno de los teólogos más destacados en el Vaticano II, nació en Limburgo (Bélgica) en 1899. Estudió en la Universidad Gregoriana de Roma, donde presentó una tesis sobre el mal en las obras de san Agustín. Fue nombrado profesor de dogmática en Lieja en 1927, ciudad en la que enseñó hasta que fue nombrado profesor en Lovaina, puesto que desempeñó entre 1944 y 1969. Murió en 1972. Su teología se caracteriza por un aliento especulativo aliado siempre con los testigos más representativos de la tradición. Fue uno de los principales colaboradores en la elaboración de la Constitución sobre la Iglesia y el autor efectivo de una buena parte del texto.

 

De frente a los esquemas que había preparado el Santo Oficio y la Curia, Philips realizó una propuesta alternativa de esquema que era un punto intermedio entre las corrientes más extremas. El fruto del trabajo de Philips estaba en plena correspondencia con la manera de comprender la Iglesia en Ratzinger.

 

Las nociones de Pueblo de Dios y cuerpo de Cristo aparecían, la dimensión cristológica y pneumatológica no faltaban, lo mismo que una perspectiva histórica y una comprensión equilibrada de la sacramentalidad de la Iglesia y de la colegialidad, incluso unas referencias vitales a la condición —tan amada para Juan XXXIII— de la Iglesia al servicio de los más necesitados.

 

En Lumen Gentium los aportes del esquema de Philips fueron decisivos. Al dejarse de lado el esquema De Ecclesia, se sumaron a las discusiones aportes de varias procedencias, varios esquemas (de los profesores de Lovaina, otro francés y uno alemán, hasta uno chileno). Algo se intentó salvar del documento preparado antes del inicio del Concilio pero, al final, de él fue poco lo que se pudo salvar. La visión era diferente y el esquema de Philips se impuso y el joven Ratzinger pronto sintonizó plenamente con ella.

 

De doce capítulos de esquema previo, se llegó a lo poco que hoy muestra Lumen Gentium. Ratzinger destaca de este resultado final algo que, como arriba se anota, resulta esencial para la perspectiva eclesiológica del actual Papa: la Iglesia es retratada allí más que como una organización, es una realidad que crece desde dentro por su unidad con Cristo, de quien es presencia.

 

Construida en clave eucarística, la Iglesia-presencia de Cristo es, en esta perspectiva, comunión (rescata aquí la expresión de sabor patrístico “communio”) que se sustenta en una triple dimensión: cercanía fundante con la Palabra, participar como un todo en la fracción del Pan y unidad entre los fieles que constituyen un único Pueblo.

 

Pablo Blanco sintetiza: “La Eucaristía aúna lo diverso en la unidad de la Iglesia: no solo crea la comunión necesaria en la Iglesia, sino que también promueve la misión y el crecimiento del cuerpo de Cristo” (2011:121). Y además, agregaríamos, genera la necesidad de ir a lo esencial y a la opción por la ruta histórica en clave de santidad que es, en los escritos de Ratzinger, como Mirar a Cristo de 1990 (unas meditaciones para unos ejercicios espirituales), una clave hermenéutica esencial del texto conciliar, una “revolución copernicana”.

 

4.4 De Lumen Gentium a septiembre del 2011

 

“La misión de la Iglesia se deriva del misterio del Dios uno y trino, del misterio de su amor creador”, dijo Benedicto XVI el 25 de septiembre del 2011 en Friburgo. Y lo dijo luego de citar Lumen Gentium (n.35) acerca de la misión de la Iglesia y de preguntarse “¿Acaso no debe cambiar la Iglesia?”.

 

Reafirmaba el Papa allí la condición sacramental de la comunidad eclesial. Puesta para hacer referencia a Otro y un instrumento para “introducir al mundo en la unión de amor con Dios”. Y, en ese sentido llamada a una conversión constante que le impide estar “satisfecha de sí misma”, acomodada al mundo o con la tendencia de insistir en algunos privilegios o en solo considerar esencial alguna que otra táctica que deja de lado lo esencial.

 

Tomar distancia de lo mundano con un conocimiento radical de la realidad es una urgencia que destaca Benedicto XVI si se desea ser consecuente con el ideal conciliar de apertura, testimonio y servicio a la señoría del amor de Dios. Algunos se sorprendieron. La falta de memoria histó- rica, el desconocimiento de los textos conciliares o la ignorancia del pensamiento del Papa teólogo puede explicar con facilidad esa reacción.

 

5. Conclusión

 

Al andar por donde hemos andado, nos queda la idea de que la visión de la Iglesia desde una perspectiva eucarística con bases fuertes bíblicas, patrísticas y medievales está presente en el pensamiento de Joseph Ratzinger desde el impacto que provocó en él la lectura de Catolicismo del P. de Lubac.

 

Animar las discusiones del lado del esquema de Philips no le fue difícil y profundizar en las nociones de Pueblo de Dios, unidad de lo visible y lo visible, sacramentalidad e Iglesia y santidad en medio del mundo no ha sido otra cosa que la constante en la perspectiva eclesiológica de Benedicto XVI.

 

La radicalidad del mensaje de setiembre último en Friburgo es solo una invitación a ir a lo esencial en la comprensión de un ser y una misión que requiere una purificación urgente derivada del polvo de un camino de siglos. Solo así las cosas andarán como deben o, al menos, andarán mejor.

 

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1     Cfr. BENEDICTO XVI = RATZINGER, Joseph, Jesus von Nazareth. Prolog - Die Kindheitsgeschichten (2012), p. 5.

2     Cfr. Ibid., p. 9.

3     MEIER, John P., Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico (Verbo Divino, Pamplona 1998), v. I, p. 230.

 

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