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Joseph Ratzinger - Bendicto XVI - Papa emérito

Memorias 2/5

Profesor universitario en Bonn

 

Bonn: »Mi primer amor«

(Bonn, Alemania: 1959-1963)

 

Extractos de la obra RATZINGER, Joseph, Aus meinem Leben. 1927–1977 (Stuttgart,1998).

 

»El 15 de abril de 1959, comencé mis clases ya como profesor ordinario de teología fundamental en la universidad de Bonn, ante un vasto auditorio que acogió con entusiasmo el acento nuevo que creía percibir en mí«. »La ciudad y la universidad me entusiasmaban«.  »[...] La vida académica que allí se palpaba, el encuentro con estudiantes y profesores de todas las facultades me entusiasmaban y me inspiraban«. »[...] Recuerdo que la presencia de muchos colegas bávaros me hacía sentir como en casa. El dogmático Johann Auer, con el que más tarde coincidí de nuevo en Regensburg, enseñaba en Bonn desde el año 1950; conmigo había llegado a Bonn, como segundo representante de la dogmática, Ludwig Hödl -un gran conocedor de las fuentes inéditas de la teología medieval, cuya gran competencia había sido siempre justamente admirada en la escuela de Schmaus-«.

 

También fuera de la facultad nacieron pronto amistades importantes para mi camino personal. Cito sólo al indólogo Paul Hacker, cuya enorme preparación sólo podía causarme admiración«. »Quiero anticiparme a decir que Hacker se trasladó poco después de mí a Münster, donde nuestros contactos se intensificaron, ahora no tanto en referencia a la indología (como en Bonn), sino a su problemática teológica. Una amistad como ésta no podía estar falta de tensiones, pero mi reconocimiento ha permanecido inmutable, porque me sé deudor de él tanto en el campo de la historia de las religiones como en el teológico en muchos sentidos«.

 

»Pero volvamos a Bonn: el primer semestre permanece en mí como la celebración del primer amor, como un recuerdo grandioso«. »En agosto, en medio de la gozosa atmósfera de novedad que me había acompañado durante estos meses, fui sacudido por un golpe de inesperada violencia y dureza«. »En el verano de 1958, mientras llevaba a reparar la pesada máquina de escribir de mi hermana en un día calurosísimo, mi padre sufrió un ligero ataque apopléjico al que ninguno de nosotros lamentablemente dio importancia[...]«. »El domingo 23 de agosto mi madre le invitó a dar un paseo hasta el lugar donde habíamos vivido y donde estaban nuestras amistades; caminaron juntos en aquel día caluroso de verano más de diez kilómetros. Mientras volvían a casa, mi madre quedó impresionada por el fervor con que rezó durante una breve visita a la iglesia y, cuando llegaron, por la inquietud interior con la que esperaba el regreso de nosotros tres de una excursión a Tittmoning. Durante la cena, se levantó y cayó desvanecido junto a la escalera. Se trataba de un grave ataque apopléjico, al cual sucumbió después de dos días de agonía. Nos sentíamos agradecidos de poder encontrarnos todos juntos en torno a su lecho y mostrarle una vez más nuestro amor, que él recibía con gratitud, aunque no pudiese ya hablar. Cuando, después de este suceso, volví de nuevo a Bonn, sentía que el mundo se había vuelto un poco más vacío para mí y que una parte de mi persona, de mi hogar, se había marchado al otro mundo«.

 

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