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Iglesia de Jesús: Esencia de su misión e identidad

La Iglesia es comunión eucarística 5/6

Comentarios a la Eclesiología de

Joseph Ratzinger - Benedicto XVI

Papa emérito

 

 

5. Iglesia como vínculo de caridad

 

La encíclica Deus caritas est no es ya un texto del teólogo Ratzinger, sino un documento del Magisterio ordinario del Romano Pontífice. Sin embargo, como una de las funciones de la teología es servir al Magisterio, no está de más poner de relieve en estas páginas cómo la noción teológica Ecclesia sacramentum salutis está presente –como trasfondo– en la encíclica, dándole la perspectiva eclesiológico-eucarística.


Al final de la primera parte, Benedicto XVI recuerda que la Eucaristía perpetúa la entrega de Jesús en la Cruz e implica a los cristianos en la dinámica de su acto oblativo. Subraya el carácter eclesial de la Eucaristía (cfr. 1 Co 10, 17), que excluye todo individualismo y funda la íntima conexión entre el amor a Dios y el amor al prójimo:

 

«La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega. No puedo tener a Cristo sólo para mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos o lo serán. La comunión me hace salir de mí mismo para ir hacia Él, y por tanto, también hacia la unidad con todos los cristianos. Nos hacemos ‘un cuerpo’, aunados en una única existencia. Ahora, el amor a Dios y al prójimo están realmente unidos: el Dios encarnado nos atrae a todos hacia sí».1

 

La enseñanza de Jesucristo sobre el amor sólo puede entenderse correctamente atendiendo a su fundamento cristológico-sacramental. Toda la existencia de la fe depende del encuentro con el amor de Dios y se traduce en amor al prójimo: “fe, culto y ethos se compenetran recíprocamente como una sola realidad”.2 Ese trinomio se desarrolla en la segunda parte de la encíclica, titulada la Iglesia, comunidad de amor. La actividad eclesial es por entero una expresión del amor de la Trinidad, precisamente a partir de la Palabra, los Sacramentos y el servicio de la caridad.3

 

Benedicto XVI presenta la descripción de la Iglesia tal como aparece en Hch 2, 42, para concluir que el anuncio de la Palabra, la celebración de los Sacramentos y el servicio de la caridad expresan, en su conjunto, la naturaleza íntima de la Iglesia y, por tanto, son elementos esenciales de su misión:

 

«La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y serviciode la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de la otra. Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social, que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia».4 

 

La Iglesia, “expresión social de la fe cristiana”,5 tiene, pues, como misión, significar y comunicar el amor que viene de Dios Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo. Por eso:


«Quien ama a Cristo ama a la Iglesia y quiere que ésta sea cada vez más expresión e instrumento del amor (signum et instrumentum caritatis) que proviene de Él».6

 

La noción de signum et instrumentum caritatis coincide con la de sacramentum salutis expresada, por la finalidad pastoral del documento, como sacramentum amoris o sacramentum caritatis. La fe en el amor de Dios por nosotros, amor que se nos da al participar en la caridad, es el conocimiento pleno de la verdad cristiana.7 De ese amor salvífico, la Iglesia es signo e instrumento:

 

«El Señor (…) siempre viene a nuestro encuentro a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra, en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía. En la liturgia de la Iglesia, en su oración, en la comunidad viva de los creyentes, experimentamos el amor de Dios, percibimos su presencia y, de este modo, aprendemos también a reconocerla en nuestra vida cotidiana».8

 

La sacramentalidad de la Iglesia está vista aquí no sólo en su origen trinitario desde las misiones del Verbo y del Espíritu Santo, sino también en su momento existencial y operativo, y a la vez es subrayado de nuevo el origen y fundamento siempre vivo de la naturaleza del Misterio de la Iglesia en el Misterio de la Trinidad, que ha querido comunicarse en Cristo y en los cristianos, para extender su amor a todas las realidades creadas, hasta las más ordinarias.

 

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1     Cfr. BENEDICTO XVI = RATZINGER, Joseph, Jesus von Nazareth. Prolog - Die Kindheitsgeschichten (2012), p. 5.

2     Cfr. Ibid., p. 9.

3     MEIER, John P., Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico (Verbo Divino, Pamplona 1998), v. I, p. 230.

 

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