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Iglesia de Jesús: Esencia de su misión e identidad

La Iglesia es comunión eucarística 4/6

Comentarios a la Eclesiología de

Joseph Ratzinger - Benedicto XVI

Papa emérito

 

 

4. La Iglesia: comunión eucarística universal y particular

 

En el año 2000, el Cardenal Ratzinger pronunció una reconocida conferencia sobre la Eclesiología de la Constitución Lumen gentium,1 en la que destacan tres grandes temas: 1) la sacramentalidad de la Iglesia (en conexión con la communio) a partir de la Eucaristía; 2) la relación entre Iglesia universal e Iglesias particulares; y 3) la cuestión del término subsistit, es decir la subsistencia de la Iglesia de Cristo en la Iglesia católica (LG 8).2 Ante todo Ratzinger asevera con firmeza que:

 

«La Iglesia no existe para sí misma, sino que debería ser instrumento de Dios para reunir a los hombres en Él, para preparar el momento en el que Dios será "todo en todas las cosas" (1 Co 15, 28)».3


Precisamente el concepto de communio (cf. 1 Jn 1, 3) expresa la unión de los hombres con Dios, mediante la unión con Jesucristo, en quien se realiza la suprema unión de lo humano con lo divino; y de ahí se sigue la unión de los hombres entre sí.4

 

La palabra communio posee carácter teológico, cristológico, eclesiológico, histórico-salvífico y sacramental. Por eso, la Eclesiología de comunión es necesariamente Eclesiología eucarística, tal como aparece en San Pablo (cf. 1 Co 10, 16s).5 Cristo en la Eucaristía, presente bajo las especies del pan y del vino y entregándose siempre de nuevo, edifica la Iglesia como su Cuerpo, y nos une a Dios y entre nosotros a través de su Cuerpo resucitado. La Eucaristía acontece en lugares concretos y a la vez es siempre universal, porque sólo hay un Cuerpo de Cristo; comporta el ministerio sacerdotal y, junto a él, el servicio de unidad y pluralidad que expresa la palabra communio.


Sin embargo, el concepto de communio –a pesar de las precisiones aportadas por la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de Obispos de 1985– sufrió, como había ya sucedido con la noción de Pueblo de Dios, una creciente horizontalización debido a la atribución de cierta prioridad a la communio particular sobre de la communio universal de los discípulos del Señor. Ante éste y otros aspectos ya desde entonces problemáticos acerca del concepto de "comunión eclesial", la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó la Carta Communionis notio del 28 de junio de 1992. Especial atención suscitó el n. 9 de esta Carta, en el que se afirma, que la Iglesia universal precede ontológica y temporalmente a las Iglesias particulares. El texto, explica Joseph Ratzinger, se apoya en que la Iglesia una y única es querida por Dios desde la creación, también como Cuerpo y Esposa de Cristo. Dicha prioridad ontológica de la Iglesia universal está fuera de duda en la Tradición.6 Resulta, en efecto, evidente esta prioridad, si se entiende la Iglesia particular como presencia concreta de la Iglesia universal, con todos sus elementos esenciales, en diversos contextos culturales de la humanidad.

 

En referencia a la anterioridad temporal de la Iglesia universal escribe Ratzinger:

 

«desde el principio, la Iglesia de los Doce ha nacido del Espíritu para todos los pueblos, y de ahí que, también desde el primer momento, está orientada a expresarse en todas las culturas y, precisamente así, a ser el Pueblo uno de Dios: no es una comunidad local que se extiende poco a poco, sino que la levadura está ordenada hacia la totalidad y, por ello, lleva en sí la universalidad desde el primer momento».7

 

Sólo si se identificara la Iglesia universal con el Papa y la Curia romana, tendría sentido negar la precedencia de la Iglesia universal sobre la particular; pero entonces se estaría tergiversando la noción de Iglesia universal. En Lumen gentium la Eclesiología, de raíz trinitaria, trata siempre de la Iglesia universal antes que de sus realizaciones históricas concretas o particulares. Y si nos preguntamos qué es la Iglesia universal, que precede a las Iglesias locales, la Constitución dogmática responde hablando de los sacramentos. En el Bautismo –explica Ratzinger–, la Iglesia universal precede siempre a la Iglesia local y la establece. Esto también se ve si se considera la profesión de la fe. También la Eucaristía viene a la Iglesia local, como Cristo que llega desde fuera a través de las puertas cerradas, como el lugar donde continuamente se unifica a los comulgantes en la communio universal.8 Y lo mismo se pone de manifiesto en el ministerio del Obispo y del Presbítero: se es Obispo por la pertenencia al Colegio episcopal, continuidad del Colegio de los Apóstoles, presidido por Pedro.9

 

Según la célebre expresión de Lumen gentium n. 8, la universal communio, que es la Iglesia de Cristo, «establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en (subsistit in) la Iglesia católica, gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, si bien (licet) fuera de su estructura se encuentran muchos elementos de santificación y de verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica». Como es bien sabido, la expresión subsistit in ha sido objeto de diversas y contrapuestas interpretaciones. Joseph Ratzinger se refiere en este contexto a lo que denomina "relativismo eclesiológico", según el cual Jesús no habría querido fundar la Iglesia como una institución universal, sino que por necesidades sociológicas de institucionalización habrían ido surgiendo las diferentes Iglesias locales. Según esta concepción, en todas las formas institucionales, siempre variables, de las Iglesias, habría que decir que "subsiste" la Iglesia de Cristo. Pero, en realidad, según esto, no habría motivo siquiera para hablar de una Iglesia de Cristo.10

 

La tradición católica, en cambio, no contrapone la Institución al Espíritu. El subsistit quiere decir lo opuesto al relativismo eclesiológico: existe la Iglesia de Jesucristo, y el ser institución pertenece esencialmente a su naturaleza.

 

«Subsistere es un caso especial de esse. Es el ser en la forma de un sujeto que existe en sí mismo. El Concilio nos quiere decir que la Iglesia de Jesucristo se puede encontrar en la Iglesia católica como sujeto concreto en este mundo. Esto puede suceder sólo una vez y la concepción según la cual el subsistit se habría de multiplicar no capta precisamente lo que se quería decir. Con el término subsistit el Concilio quería expresar la singularidad y la no multiplicabilidad de la Iglesia católica: existe la Iglesia como sujeto en la realidad histórica».11

Por tanto, decir que la Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica no excluye la afirmación según la cual la Iglesia de Cristo es la Iglesia católica. La idea de subsistencia añade, sin embargo, la de continuidad de la Iglesia, con todos sus elementos esenciales, a lo largo de la historia; plenitud de eclesialidad que no se encuentra en las comunidades cristianas no católicas, aunque en éstas existen elementos de santificación y de verdad, propios de la Iglesia.

 

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1     Cfr. BENEDICTO XVI = RATZINGER, Joseph, Jesus von Nazareth. Prolog - Die Kindheitsgeschichten (2012), p. 5.

2     Cfr. Ibid., p. 9.

3     MEIER, John P., Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico (Verbo Divino, Pamplona 1998), v. I, p. 230.

 

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