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ÉTICA DE LA RENUNCIA

AL PODER

 

LA INTERACCIÓN DE LA CONCIENCIA

EN EL MARCO DE LA SOLIDARIDAD CON LAS VÍCTIMAS

 

Secuela de mi disertación doctoral

en el contexto de nuestro México violento y convulso

 

2.1.3 Fundamentación del punto de vista moral de la conciencia

 

Para fundamentar las estapas morales del desarrollo de la conciencia y su punto de vista moral, se ocupa Habermas explícita y temáticamente tras la reconstrucción de los dos tipos de interacción convencional, a saber de la acción estratégica y de la acción regulada por normas, con la etapa postconvencional del tercer tipo de interacción, es decir con la acción comunicativa, la que posibilita el discurso como forma de comunicación orientada al acuerdo con pretensiones de validez universal (1).

 

A partir de la etapa convencional antes mencionada transforma Habermas la acción estratégica y regulada por normas en acción comunicativa en vistas a una posible transición desde la acción comunicativa hacia el discurso intersubjetivo. De esta manera quiere Habermas reconstruir explícitamente los fundamentales conceptos morales, los que se gestan desde los presupuestos socio-cognitivos de los dos tipos de interacción de la etapa convencional y permiten comprender el punto de vista moral (2).

 

Después de esto retorna Habermas a las perspectivas de aprendizaje socio-cognitivas, con las que Kohlberg confunde acríticamente las estructuras socio-morales de los juicios morales. Contra ello objeta Habermas por su parte, que las estructuras socio-morales de la habilidad para el juicio moral se dejan deducir única y exclusivamente de modo mediato desde las perspectivas de aprendizaje socio-cognitivas, pues éstas últimas son base cognitiva del desarrollo psicológico tanto de dicha habilidad para el juicio como también de las conciencia moral. Desde este punto de vista especifica Habermas las etapas de los juicios morales y justifica las formas de la conciencia moral, las que están en relación con las tres diferentes etapas de los tipos de interacción pre-, post-, y convencional (3). En primer lugar debe uno caracterizar clara y llanamente estas tres etapas, para especificar con exactitud sus respectivas diferencias esenciales.

 

1) Mientras que las formas de reciprocidad selmanianas de las perspectivas del yo-tú son típicas para la primera etapa de los tipos de interacción preconvencional, se deja caracterizar la segunda etapa de los tipos de interacción convencional por la coordinación entre las perspectivas de acción de Selman, es decir por el enlace de la perspectiva de acción del observador con las perspectivas de acción del yo-tú del hablante y del oyente como participantes. Por su parte se destaca la tercera etapa del tipo de interacción postconvencional por una orientación teleológica, la que tiende hacia el acuerdo intersubjetivo y racional como meta de la acción comunicativa.

 

Durante la tercera etapa se dejan referir las perspectivas del hablante y del mundo las unas a las otras y coordinar las unas con las otras más bien por razones postconvencionales o bien por la argumentación del discurso que por normas convencionales y estrategias. De esta manera se dejan vincular las perspectivas del mundo con los roles de comunicación del yo como hablante, del tu como oyente y del él como observador, es decir con los respectivos roles de expositor y opositor.

 

De acuerdo con ello debe cada implicado única y exclusivamente asentir a las razones de los otros participantes en virtud de la fuerza de convicción del mejor argumento y por tanto independientemente de cualquier consenso inducido fáctica y estratégicamente, el que aspira a ningún asentimiento razonablemente fundado y cuyas estrategias funcionan como puros medios de influjo recíproco.

 

En contraste con ello presupone la argumentación del discurso implícitamente determinadas pretensiones de validez, las que la teoría de Habermas sobre la acción comunicativa tematiza explícitamente y fundamenta. Por ende compiten expositores y opositores los unos con los otros durante los procedimientos de argumentación, para aducir mejores argumentos. Con ello propicia la coacción del mejor argumento un asentimiento racionalmente motivado por las pretensiones de validez de todos los interlocutores, de cuya acción orientada al acuerdo emana el proceso de gestación de el así llamado entendimiento descentrando del mundo estructuralmente. pues por dicha acción se dejan coordinar las perspectivas del mundo y de los hablantes, los roles de comunicación y las referencias al mundo. Aparte de la coordinación de estos elementos, los que constituyen este descentrado entendimiento del mundo, se destaca la tercera etapa del tipo de interacción postconvencional por la integración de todos los tipos previos pre- y convencionales, a saber del comportamiento de competencia y de cooperación en el primer caso y de la acción estratégica regulada por normas en el segundo caso.

 

2) Durante la transición hacia la etapa postconvencional del discurso abandona cada adulto la facticidad convencional del mundo social, ya que la fuerza normativa y objetiva de los hechos llega a ser moralizada y teorizada en razón de las pretensiones de validez general. De esta manera llegar a ser las interacciones abstractas durante la etapa postconvencional y metacomunicativa a causa de la normatividad moralizada y de la objetividad teorética, tan pronto como dichas interacciones se dejan someter al punto de vista de la rectitud y verdad como pretensiones de validez general. Porque carecen los tipos de interacción pre- y convencionales de fundamentos discursivos, les brinda la reconstrucción de esta tercera etapa del discurso un entendimiento del mundo totalmente descentrado, según el cual se debe subordinar cualquier norma en general a principios válidos.

 

A la luz de dichos principios postconvencionales fundantes de normas puede uno justificar discursivamente normas convencionales, para que ellas se puedan emancipar de la heteronomía y sujeción a su mundo social concreto. En virtud de esta autonomía se puede dejar orientar la acción responsable por principios universales de un acuerdo racionalmente motivado, pues la responsabilidad consiste en la habilidad para la imputación. Quien actúa según dicho acuerdo, obra moralmente. Por ende presupone la acción moral implícitamente las pretensiones de validez, las que como condiciones generales de toda comunicación orientada al acuerdo posibilitan la justificación de cualquier norma en razón de principios postconvencionales.

 

Por consiguiente exige la etapa postconvencional de la interacción moral una transición desde las normas convencionales hacia los principios generales, por los cuales se debe dejar guiar cualquier juicio moral. Con relación a esta transición hacia el juicio moral y guiado por principios necesitan los principios mismos de una fundamentación, para la que bastan argumentos universalpragmáticos. Al respecto escribe Habermas lo siguiente:

 

«El punto de vista moral no puede llegar a ser encontrado en un »primer« principio o en una fundamentación »última«, o sea fuera del círculo de la argumentación misma».1

 

Así pues debe el punto de vista moral a los procedimientos de argumentación, los que son postconvencionales y discursivos, su fundamentación justificada. Si bien la justificación presupone pretensiones de validez universal, garantiza ella por su parte durante los procedimientos de argumentación el desempeño interactivo de dichas prentensiones de validez. Justamente por eso son éstas últimas ni primeros principios del discurso, ni juegan ellas en él el rol de una fundamentación última. En este contexto se dejan reconstruir los conceptos fundamentales del punto de vista moral, el que tan sólo durante la etapa de la interacción postconvencional puede llegar a ser fundamentado, con ayuda de la pragmática universal de Habermas, cuyos procesos discursivos propician una forma de reciprocidad imparcial y cooperativa dentro de una comunidad ilimitada de comunicación.

 

3) En consideración al punto de vista moral debe el retorno de Habermas hacia las kohlbergianas etapas morales socio-cognitivas de las perspectivas de aprendizaje al final de este ejercicio de fundamentación especificar las etapas de desarrollo de los juicios morales, en las cuales Habermas identifica determinadas concepciones o bien conceptos de lo justo. Durante la primera etapa preconvencional del juicio moral llega a ser considerada la idea de lo justo como moralidad concreta de la vida buena según la relación entre la orden y la obediencia y de acuerdo con la simetría entre obligaciones y derechos, es decir como moralidad del comportamiento de competencia y cooperación preconvencionales, en el que permanece el apsecto específicamente moral todavía implícito.

 

En cambio se deja entender la concepción de justicia durante la segunda etapa convencional del juicio moral como conformación correcta de la acción estratégica y regulada por normas con los roles y normas, en cuya rectitud convencional se encuentra la dimensión ética todavía atemática. A difrencia de las etapas previas puede llegar a ser definido el concepto de justicia durante la tercera etapa postconvencional del juicio moral especialmente en relación con la moralidad de la orientación de la acción por principios correctos, en razón de los cuales es posible una fundamentación universalpragmática de la normas, y por procedimientos de argumentación con el fin de una fundamentación de principios postconvencionales en el marco de la Ética del discurso.

 

En resumen se deja decir, que Habermas con ayuda de esta reconstrucción conceptual adscribe precisamente a las tres etapas de los tipos de interacción pre-, post- y convencionales los tres niveles pre-, post y convencionales de Kohlberg, cuyas perspectivas de aprendizaje están relacionadas con las seis etapas morales socio-cognitivas de dichos niveles. En el marco de esta reconstrucción se acoplan no sólo estos tres niveles de Kohlberg y las tres etapas de los tipos de interacción, los que Habermas ha distinguido en parte bajo el influjo de J. Youniss, sino también las tres etapas de los juicios morales y las tres etapas selmanianas de la adopción de perspectivas de acción.

 

Si bien normas necesitadas de justificación pueden decaer como convenciones, las que dependen de un mundo social, es dicho mundo social moralizable. Por su parte se pueden dejar justificar normas convencionales y principios fundamentantes de normas por procedimientos de argumentación postconvencional de la Ética del discurso. Desde este punto de vista implica la justificación ético-discursiva de dichos principios y la moralización del mundo social ninguna fundamentación constructivista, pues la Ética del discurso postconvencional hecha raíces en el suelo de los tipos de interacción pre- y convencionales. A partir de las formas de reciprocidad preconvencional se deja configurar no sólo el desarrollo psicológico de la habilidad para el juicio de la conciencia, sino también las etapas de los juicios morales, los que también son etapas del desarrollo de la conciencia moral. A ello agrega Habermas lo siguiente:

 

«Con este paso llega a ser moralizado el mundo social, con el que integran las formas de reciprocidad incorporadas en interacciones sociales y siempre más abstractamente esculpidas el núcleo en cierto modo naturalista de la conciencia moral».2 «Mirando en retrospectiva sobre el curso de las reflexiones anteriores aparecen las ventajas de la interpretación, las que se presentan, si uno coloca el desarrollo moral en el marco de una teoría de la acción comunicativa – ventajas tanto para la precisión del nexo entre juicio moral y cognición social como para una fundamentación de la lógica del desarrollo de las etapas morales».3

 

En resumidas cuentas puede la teoría discrusiva de la acción comunicativa de Habermas fudamentar universalpragmáticamente con ayuda de la reconstrucción conceptual de los aportes de Kohlberg, Selman y Youniss al desarrollo psicológico de niveles, estapas y tipos de interacción tanto el punto de vista moral, el que es resultado del desarrollo psicológico de la habilidad para el juicio, como también las etapas de los juicios morales y de la conciencia moral. Con todo es esta fundamentación universalpragmática justamente punto de partida para otros debates y retos, los que se dejan poner de relieve a continuación.

 

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1    HABERMAS, Moralbewusstsein und kommunikatives Handeln (Suhrkamp, Frankfurt 1983), 175.

2    Ibid., 182.

3    Ibid., 181.   

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