top of page

Anton Aschenbrenner

Ex-párroco, casado y papá

 

1.7 Nuevo comienzo

 

A menudo recuerdo encantado el poema de Hermann Hesse, ›Etapas‹: »... y en cada comienzo inhabita un ángel, quien nos protege y nos ayuda a vivir... despídete y sana«. Sobre decisiones y despedidas ya he escrito. Ahora se trata de un nuevo comienzo.

 

No fue fácil. El primer hijo significa probablemente en todo caso un gran reajuste. Aún más, si uno al mismo tiempo busca un nuevo puesto de trabajo. Pero estoy agradecido por Dorothea. No sólo, porque ella me haya exigido, a decidirme de nuevo, ella no sólo me ha de-limitado, sino también extra-limitado.

 

¡Qué no he hecho por ella! Tras el silencio debí escribir quizá 1000 solicitudes por decirlo así. Mi mujer encontró serenidad progresé paso a paso. Después de muchos intentos, para empezar con un nuevo oficio, encontré todos los caminos bloqueados, para trabajar por mi cuenta. Hace años había tenido la idea fascinante, de convertirme en un teólogo reconocido y sociólogo de la religión. No me quiero dejar obsorver por el »consorcio«, sino difundir desde mi experiencia la buena nueva fuera del sistema.

 

Mientras uno administra su parroquia como una tiendita de su tía Emma, todo parece portentoso. Desde que comenzó el consorcio de la Iglesia a dictar todo desde arriba, nada pareció satisfactorio. Todo se volvió rígido. Así desempeñarme como párroco, me pareció carente de motivación. Emprendí algo bajo mi propia responsabilidad. Mientras Birgit obtenía ingresos seguros como maestra, debía yo primero ver, si mi idea de trabajar como teólogo independiente, daría frutos.

 

Me solicitaron ritos. Un amigo, cuyo padre murió, me preguntó, si yo celebraría su funeral. Su padre había sido antroposofo, es decir, creía en el hombre pero no en Dios. Resultó bien, fue una ceremonia bella y digna. Fui invitado a la comida, conseguí también un poco de dinero. ¿Pero como fijar los precios? ¿Según la duración o según la satisfacción? Se nos ocurrió, establecer un velatorio asociados con un sepulturero de Münich. Muchos intentos. Familias, las que lamentan la pérdida de un miembro suyo. Parejas, las que se aman y anhelan un marco para contextuar su compromiso nupcial. Preparar una bienvenida a nuevos directivos. Los seres humanos necesitan rituales.

 

Atención: seres humanos es dicho en plural. Hoy sabe cada uno, que las culturas son muy diferentes. Cada ser humano pasa por diversas etapas de crecimiento. En cada etapa celebré pequeños y grandes clausuras y nuevos comienzos. Ninguna transición estuvo encapsulada. Y en cada caso me acompañó un ritual. Estuve envuelto en rituales y ceremonias. La Misa me parecía siempre demasiado aburrida, muy poco provocadora, más bien carente de mensaje. ¿De veras necesita Dios realmente Misas, o sea rituales? ¿Nos invita Dios o nos obliga a repetir tales contenidos petrificadamente estructurados? Simplemente el presentador del show en el altar resulta rara vez interesante, su tono musical es reseco y para quedarse dormido, su nivel de estudio tres cuartos vacío. No habla con voz normal, sino en un tono extraño. Todo es aviejado y reverencial y la mayoría de las veces incomprensible. Rara vez son elocuentes los gestos.

 

Cuando el 6 de enero de 2003 empaqué mis pertenencias, me ayudaron muchos, a amontonar mis escritos en cajas de cartón. Mi sucesor no me ofreció un ritual con motivo de mi enlace nupcial, tampoco con motivo del nacimiento de mi hija Dorothea. ¿Por qué no organizarlos a mi modo? ¿Acaso no se ha inculturado la misma Iglesia mediante toda clase de símbolos y ritos? Túnicas romanas suntuosas, el caliz germánico y muchas otras cosas más no proceden de sus raíces hebreas. Así me convertí en un diseñador de ritos, expresado en palabras modernas.

 

No pretendo reinventar el hilo negro. Estoy orgulloso, de ser muy auténtico y de poder presidir ceremonias creativas, en las que la palabra »Dios« no aparece necesariamente. La palabra »servicio divino« surge muy pero que muy rara vez. Celebro dramaturgias, que hablan por sí mismas. Utilizo símbolos, sin explicarlos con palabras aburridas. No soy un orador de funerales y bodas. Tengo otras pretensiones. Diseño ritos para coyunturas, presido ceremonias para un nuevo comienzo y celebro rituales en momentos de despedida.

 

No quiero ser párroco nunca más apegado a su santa agenda. El abanico es amplio y abundante abierto a fiestas desde celebraciones del nacimiento de un bebé hasta rituales para adolescentes, desde demolición de casas hasta bendiciones de nuevos edificios, desde eventos de jubilación hasta despedida del jefe, desde una boda gay hasta el funeral de una mascota.

 

El tema de la muerte y funerales me escuece. Tal vez porque nací en noviembre y soy escorpión. El »memento mori«, es decir piensa en que debes morir, no me asusta con imágenes del fuego y del demonio en el infierno. Centrarme en el »carpe diem«, es decir en aprovechar el día, sería demasiado poco. Cada cementerio es un lujo municipal con una garantía permanente.

 

Llamo pedagogía del cementerio a mi postura discursiva. Revitalizar el cementerio suena desquisiado, pero es posible. Según mi propia experiencia la reflexión sobre la muerte revitaliza. Y la vida es polivalente, no monocultural. Bosques de tribulación, en los cuales llegan a ser sepultados los difuntos en urnas junto al tronco de un antiquísimo árbol o protegidos por un peligroso acantilado, son una piedra angular en la polivalente variedad de la(s) cultura(s) del cementerio. También eso es parte de mi nuevo comienzo, por lo que me siento agradecido, de poder consolar a las gentes correctas en el tiempo justo y quienes me animan, a continuar por el camino, que he comenzado. Y por ello me parece el texto de Hesse muy bello: »... y en cada comienzo inhabita un ángel, quien nos protege y nos ayuda a vivir...«.

 

Una metáfora me cautiva mucho en este contexto: Si el sol se oculta por el ocaso, emerge por el oriente. Y si padecemos por un fracaso, podemos confiar en que resplandesca la aurora después de la noche oscura. ¡Vayamos a su encuentro, entonces será el día cada vez más luminoso!

 

 

Anton Aschenbrenner

Consagrado como sacerdote en 1988 en Diócesis de Passau, Niederbayern, Alemania.

Suspendido en 2003 por el Obispo Wilhelm Schraml de la Diócesis de Passau

y desde 2004 teólogo independiente.

 

 

Vínculo matrimonial y familias en situaciones complejas

 

Desafíos de la caridad para la Iglesia y Sínodo de los Obispos sobre la Familia
bottom of page